viernes, 27 de junio de 2008

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "CONQUISTADORES Y SEDUCTORES"


FILOSOFEMAS

Conquistadores y seductores

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 27 de junio de 2008

El ejemplo típico de conquistador se encuentra en la obra de Tirso de Molina "El burlador de Sevilla y el convidado de piedra".

El personaje central es Don Juan, insaciable conquistador de mujeres. Conquistar a una mujer es para él hacerla caer ante sus más altos valores; y una vez que ha conseguido poseerla, la abandona como si fuera un objeto cualquiera sin importancia.

La seducción es lo contrario de la conquista. Aunque, como siempre, hay excepciones, el hombre que decide seducir a una mujer, es porque está atraído por ella. ¿Cómo hacer para seducirla? No hay reglas fijas. En algunos libros, o artículos de revistas, los consejos que uno encuentra son ridículos y, a veces, hasta malévolos.

Creemos que para seducir a una mujer lo principal es conocer su personalidad, cosa, por lo general, extremadamente difícil, pues, cuando recién empiezan a tratarse, la mujer puede ser introvertida y es muy difícil darse cuenta de cómo es realmente. Desde luego, quien quiere seducirla es porque lo atrae, sea por su belleza, sea por su inteligencia o por su nobleza. Exactamente lo mismo sucede cuando una mujer quiere seducir a un hombre. Muchas veces lo que la atrae es su inteligencia, su belleza le importa poco. Muy diferente es el caso del hombre, que es, casi siempre, fuertemente atraído por la belleza femenina. Pero si el hombre tiene una personalidad bien constituida, además de la belleza, busca otras cosas, como bondad, comprensión y nobleza.

Regresando a la mujer introvertida, el caso suele ser muy difícil para el seductor masculino. Porque descubrir cuál es su verdadera personalidad puede resultar imposible. Lo aconsejable en este caso es alejarse. Lo ideal es que la mujer sea normal, un poco introvertida y un poco extrovertida, ya que las excesivamente extrovertidas que hablan sin parar, llegan a ser insoportables. Además, que tenga cualidades que adornen su personalidad, como inteligencia (no es en absoluto necesario que tenga una inteligencia superior), pero sí debe tenerse la seguridad de que no es una ignorante. La mujer o el hombre ignorantes no son recomendables para la seducción, aunque algunas mujeres atraídas únicamente por la gran belleza del varón se dejen seducir por él. Después vendrá el arrepentimiento y la mujer hará lo posible por terminar con la situación.

Aunque la belleza masculina de por sí atrae a las mujeres, como acabamos de ver, algunas se dejan seducir por la inteligencia, cosa muy rara en el hombre. Puede ser que un hombre se enamore de una mujer por su inteligencia, pero esto es poco frecuente. Sin embargo, los hay. Un sabio que necesita una colaboradora eficaz que lo ayude a desarrollar alguna teoría muy difícil e importante puede ser seducido por una mujer fea, pero inteligentísima, que lo ayude a llevar a cabo la magna empresa que se ha propuesto.

Así como Don Juan es el típico conquistador, ¿se puede encontrar en la literatura algún caso esencial de seducción? Difícil es la respuesta. Tal vez, y decimos tal vez, "Romeo y Julieta", el famoso drama de Shakespeare, lo sea, y por partida doble, pues son seducidos al mismo tiempo Romeo por Julieta y Julieta por Romeo. Shakespeare siempre vuela a las mayores alturas. Nunca decae.

viernes, 20 de junio de 2008

LEONARDO BOFF: "DEL BUEN USO DEL RELATIVISMO"


LA COLUMNA DE BOFF

Del buen uso del relativismo

Leonardo Boff
Portal Servicios Koinonía, 20 de junio de 2008

Hoy, a través de los medios de difusión, imágenes y gentes de todo el mundo nos entran por los tejados, puertas y ventanas y conviven con nosotros. Es el efecto de las redes globalizadas de comunicación. La primera reacción es de perplejidad, que puede provocar dos actitudes: o de interés para conocer mejor, lo cual implica apertura y diálogo, o de distanciamiento, que presupone cerrar el espíritu y excluir. De todas formas, surge una percepción insoslayable: nuestro modo de ser no es el único. Hay gente que, sin dejar de ser gente, es diferente. Es decir, nuestro modo de ser, de habitar el mundo, de pensar, de valorar y de comer no es absoluto. Hay mil otras formas diferentes de ser humanos, desde la forma de los esquimales siberianos, pasando por los yanomamis de Brasil hasta llegar a los sofisticados habitantes de condominios cerrados, donde se autoprotegen las élites opulentas y atemorizadas. Lo mismo se puede decir respecto a las diferencias de cultura, de lengua, de religión, de ética y de ocio.

De este hecho surge, de inmediato, el relativismo en dos sentidos: primero, importa relativizar todos los modos de ser; ninguno de ellos es absoluto hasta el punto de invalidar a los demás; se impone también una actitud de respeto y de acogida de la diferencia porque, por el simple hecho de estar ahí, goza del derecho de existir y co-existir. Segundo, lo relativo quiere expresar el hecho de que todos están de alguna forma relacionados. No pueden ser pensados independientemente unos de otros porque todos son portadores de la misma humanidad. Debemos ampliar, pues, la comprensión de lo humano más allá de nuestra concretización. Somos una geosociedad, una, múltiple y diferente.

Todas estas manifestaciones humanas son portadoras de valor y de verdad. Pero son un valor y una verdad relativos, o sea, relacionados unos con los otros, autoimplicados, siendo que ninguno de ellos, tomado en sí mismo, es absoluto.

¿Entonces no hay verdad absoluta? ¿Vale el every thing goes de algunos posmodernos, es decir, el «vale todo»? No es que valga todo. Todo vale en la medida en que mantiene relación con los otros respetándolos en su diferencia. Cada uno es portador de verdad pero nadie puede tener el monopolio de la misma. Todos, de alguna forma, participan de la verdad, pero pueden crecer hacia una verdad más plena, en la medida en que se abren unos a otros más y más.

Bien decía el poeta español Antonio Machado: «Tu verdad no; la verdad, / y ven conmigo a buscarla. /La tuya, guárdatela». Si la buscamos juntos, en el diálogo y en la cordialidad, entonces desaparece cada vez más mi verdad para dar lugar a la Verdad comulgada por todos.

La ilusión de Occidente es la de imaginar que la única ventana que da acceso a la verdad, a la religión verdadera, a la auténtica cultura y al saber crítico es su modo de ver y de vivir. Las demás ventanas solamente mostrarían paisajes distorsionados. Occidente se condena a un fundamentalismo visceral que en otro tiempo le llevó a causar masacres por imponer su religión y, hoy, guerras para forzar la democracia en Irak y en Afganistán.

Debemos hacer buen uso del relativismo, inspirados en el arte culinario. Hay solo un arte culinario, el que prepara los alimentos humanos. Pero se concreta en muchas formas, en las distintas gastronomías: la mineira o la nordestina en Brasil, la japonesa, la china, la mexicana y otras. Nadie puede decir que una sola es la verdadera y exquisita, y las otras no. Todas son exquisitas a su manera, y todas muestran la extraordinaria versatilidad del arte culinario. ¿Por qué con la verdad debería ser diferente?

sábado, 14 de junio de 2008

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "OBAMA Y LA RACIONALIDAD"


FILOSOFEMAS

Obama y la racionalidad

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 14 de junio de 2008

La razón es una de las manifestaciones de la inteligencia más extraordinarias. Presenta múltiples aspectos impredecibles y desconcertantes, pero uno de ellos es lo que he llamado "Principio de no arbitrariedad". ¿En qué consiste este principio? Daré un ejemplo: la esclavitud. El esclavo es considerado como una cosa, no tiene derecho a nada, se puede vender o alquilar. Incluso grandes filósofos de la antigüedad como Aristóteles, un genio indiscutible de inmenso saber, afirma que hay hombres que han nacido para ser amos y otros para ser esclavos. Una muestra del condicionamiento del momento histórico. Pero el hecho es que en el momento en que estoy escribiendo este artículo el principio de no arbitrariedad es válido.

Un ejemplo mostrará cómo se aplica. Supongamos que un tirano, medio psicópata como son la mayor parte de los tiranos, promulgara la siguiente ley: El teorema de Pitágoras es falso, quien diga lo contrario será fusilado. Por temor todos afirmarán públicamente que es falso. Pero aunque digan lo que impuso el tirano seguirán convencidos de que es verdadero.

No se puede por eso ser arbitrario. La validez de un teorema de matemáticas no se puede establecer por decreto. Asimismo en el mundo de las leyes. De allí la importancia del principio que acabo de mencionar unas líneas más arriba. La primera condición de los afroamericanos en Estados Unidos fue la esclavitud. Pero llegó un momento en que fueron liberados de sus cadenas, pues lo que significaba la esclavitud violaba el principio de la no arbitrariedad. Con el paso del tiempo la intervención de la racionalidad se fue afianzando. Y el principio de no arbitrariedad se tornó cada vez más claro. Primero se llegó a la conclusión de que la segregación de los negros era arbitraria pues estos, aunque habían dejado de ser esclavos, no podían ingresar a numerosos sitios que eran frecuentados por los blancos, como hoteles y playas. Pero esto atentaba contra el principio de no arbitrariedad, en consecuencia, la segregación fue superada.

El análisis que acabamos de hacer ha sido para que el lector se dé cuenta de las grandes posibilidades que tiene Barack Obama de llegar a ser presidente, pues hoy es el candidato oficial de los demócratas a la Presidencia de Estados Unidos.

¿Llegará a ser presidente? El escollo más grande que debe superar es la terrible campaña en su contra que harán los republicanos. Estos políticos que son representantes de la gente más rica de la nación, son capaces de hacer cualquier maniobra para cortarle el paso. Pero nos hacemos la ilusión de que no podrán evitar el triunfo de Obama, habiéndose progresado de manera increíble en la superación del racismo si es elegido como el nuevo presidente de Estados Unidos.