Es muy difícil creer que el origen del mal se produjo como está relatado en el Antiguo Testamento. Mas, entonces, ¿cuál es su origen, y cómo comenzó a existir? Es tal vez imposible saberlo. A pesar de todo, arriesgaremos una respuesta. Nos parece que su origen se debe al código genético, en el que están fijados los años de vida que tendrá cada especie animal. La vida del ser humano es larga. Si no sufre algún accidente grave, podrá vivir cien años y, a veces más. En cambio otros animales, viven menos. Según ciertos testigos confiables, hay tortugas que han vivido por lo menos, doscientos años.
Pero el origen del mal no solo es físico, sino que está también en la conciencia humana. ¿Por qué unos hombres son buenos, otros ni malos ni buenos, pues son más o menos indiferentes, aunque no del todo, al sufrimiento humano, y otros son feroces, pudiendo llegar al secuestro, la tortura y el asesinato?
Este hecho podría también deberse al código genético. Hay perros bravos y perros mansos, caballos briosos y caballos dóciles. Mas lo que debemos preguntarnos es si la maldad está fijada por el código genético, de modo que el malo no pueda cambiar. Con los animales la respuesta es más o menos simple, mas cuando se trata del ser humano las cosas se complican. Porque hay malos empedernidos que lo han sido durante casi toda su vida, y un buen día renunciaron al mal. Así como hay buenos que después de algunos años, se vuelven pérfidos.
Lo que sucede es que la conciencia del ser humano es insondable. Nadie ha podido dar una respuesta convincente. Ni los materialistas, ni los espiritualistas han logrado dar respuestas convincentes. Los cristianos creen saberlo. Mas hay muchos que no creen en la religión, de modo que ella no puede dar una respuesta decisiva. Hagamos lo que hagamos, nuestra conciencia se resiste a todo análisis. Y siempre será huidiza. Vemos, pues, que no hay salida. Y nunca la habrá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario