Si analizamos la sucesión de las modas y la manera cómo se llevaba a cabo la misa de la Iglesia Católica, nos percatamos de que, con el transcurso del tiempo, se han ido simplificando.
Comencemos por las modas. A partir de Luis XIV, rey de Francia, que gobernó de 1643 a 1715 y se vestía de manera complicadísima, hasta la fecha, comienzos del siglo XXI, veremos que la manera de vestirse se ha simplificado radicalmente. Luis XIV llevaba una camisa que tenía un cuello formado por lazos y bordados, sus puños se adornaban de manera semejante; lo mismo que sus pantalones cortos, llamados 'culottes'.
Su sucesor, Luis XV, vestía de manera parecida y, aunque impuso la moda de las pelucas blancas, su vestimenta era un poco más simple. El nieto de Luis XV, Luis XVI, vestía de manera más sencilla.
En el siglo XIX, la vestimenta, aunque más simple, seguía siendo complicada. El sombrero masculino era obligatorio, sobre todo el tarro. Además, los hombres llevaban el frac y el chaqué.
En el siglo XX la simplificación es asombrosa. Los muchachos y las muchachas se ponen los famosos blue jeans, que, según parece, fueron inventados por los 'cowboys', y esta costumbre se ha mantenido durante el siglo XXI.
Veamos ahora lo que ha sucedido con la Iglesia Católica. La misa se celebraba de manera muy solemne, y se exigía que los hombres y las mujeres estuvieran vestidos de manera muy rigurosa. Las mujeres debían estar con la cabeza cubierta, mangas largas y falda larga. Pero poco a poco esta exigencia se fue haciendo menos severa. Hoy en día las mujeres oyen misa con la cabeza descubierta y quien así lo desee lleva pantalones, cosa que hasta no hace mucho tiempo habría sido inadmisible por la autoridad eclesiástica.
En el desarrollo de la ciencia ha sucedido todo lo contrario. Los teoremas demostrados por Tales, fueron bastante simples. Los de Arquímedes fueron más complicados. Y así se fueron complicando las cosas, hasta llegar al gran Galileo, nacido en la ciudad de Pisa, que realizó la mayor parte de sus experimentos en el siglo XVI. Comparando sus descubrimientos con los realizados por los griegos, parecen más simples, pero en realidad son más complicados. Porque llegó a la conclusión de que los planetas giraban en torno del Sol, en contra de lo sostenido por la Iglesia: que el Sol giraban en torno de la Tierra.
Para hacer este descubrimiento tuvo que utilizar el telescopio. La teoría del telescopio se basaba en la teoría de la luz, que era, matemáticamente, muy compleja. Y hay más todavía, pues Galileo, que descubrió la relatividad del movimiento, lo hizo de manera experimental. Después de Galileo vino el descubrimiento de la bomba atómica, cuya elaboración exigió estudios matemáticos muy complicados. Luego se inventó la bomba de hidrógeno, y se hizo posible la conquista de la Luna. Todo ello exigió la utilización de matemáticas complicadísimas. Lo mismo va para el rayo láser, que tiene una capacidad destructiva pavorosa. ¿Por qué las costumbres tienden a simplificarse, mientras que la ciencia se torna cada vez más compleja? La respuesta podría ser: la simplificación de las costumbres se debe a que el ser humano busca la comodidad, mientras que el progreso de la ciencia no termina nunca, ni puede terminar porque quiere profundizar el conocimiento de la estructura del cosmos, que es insondable.
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