viernes, 22 de febrero de 2008

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "LA ESENCIA DEL BUDISMO"


FILOSOFEMAS

La esencia del budismo

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 22 de febrero de 2008

Los lingüistas de fama mundial, Fernando Tola y Carmen Dragonetti, acaban de publicar la séptima edición del "Dhammapada, la esencia de la sabiduría budista". Pero, además, publican sobre filosofía india, comparándola con la filosofía occidental, mostrando que ha desarrollado, desde épocas tempranas, todos los tipos de filosofía que han existido en Occidente, y el modo increíblemente etnocéntrico en el que dicha filosofía ha errado sus juicios sobre la creación del pensamiento indio, especialmente Hegel.

El Dhammapada es la secta budista más antigua. El texto está escrito en el idioma Pali, lengua que Fernando Tola domina a la perfección; así como el sánscrito, del cual el Pali deriva directamente. También domina el chino, el japonés, el tibetano. Conoce la manera como han evolucionado la mayor parte de ellos. Por supuesto que conoce casi todos los idiomas de Occidente. En realidad, es un verdadero monstruo políglota y filólogo.

El término 'Buhda' deriva de la raíz 'Buhd', que literalmente significa "Despierto" y, por extensión, "Iluminado". En la época de Buda había castas en la India, en las que el Brahmán ocupaba el más alto rango, y el paria el último. "Aquel en quien no existen ni hipocresía ni orgullo, que ha destruido en sí la codicia, que está libre de egoísmos y de deseos, que ha expulsado de sí la cólera, completamente serenado, aquel es un Brahmán". Buda describe estas renuncias mencionando al Brahmán, que es la casta superior, para mostrar que la superioridad consiste en las siguientes virtudes: la completa supresión y extinción del deseo, el abandonarlo, el renunciar a él, el liberarse de él, el no dejarle lugar alguno. Mediante esta renuncia total se rompe la sucesión implacable de las reencarnaciones.

La concepción de lo que es un Buda fue variando con los años, se fue tornando más compleja y rica. Así, la concepción de un Buda del Mahayana es diferente de la del Hinayana. En este último se encuentra la doctrina que el Iluminado enseñó a sus discípulos. En cambio, en el Mahayana hay una cantidad abrumadora de budas, hay millones y millones de ellos. Pero todos conservan las cualidades esenciales de Buda.

Todo Buda tiene las siguientes propiedades: "Ellos poseen la omnisciencia, ellos están llenos de compasión y de bondad para con el mundo, ellos tienen un solo protector, que es la autoconciencia, ellos poseen serenidad y concentración, ellos son expertos en el triple autocontrol, de pensamiento, palabras y actos". Y siguen muchas otras cualidades.

Para el budismo hay cuatro dolores, en la vida: el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte, y otros más que no tenemos espacio para describir. "Esta es, ¡oh monjes!, la noble verdad respecto del origen del dolor, que se reproduce eternamente a través de las reencarnaciones. Y solo hay una manera de eliminarlos: la renuncia y completa supresión del deseo, el abandonarlo, el renunciar a él, el liberarse de él, el no dejarle lugar alguno". Cuando se llega a este estado se han eliminado las reencarnaciones y se ingresa en el Nirvana, que podría concebirse como la disolución de la conciencia individual.

Hay muchísimo más en el libro de ambos autores, pero no es posible ponerlos en el presente escrito. El budismo es la más grande y profunda doctrina creada por un ser humano. Debemos agradecer a Tola y a Dragonetti habernos enseñado tanto sobre la doctrina del Iluminado.

sábado, 16 de febrero de 2008

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "EL ORIGEN DEL MAL"


FILOSOFEMAS

El origen del mal

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 16 de febrero de 2008

Según la mitología hebraica, el origen del mal se debería a que Adán y Eva desobedecieron al Señor, que los había creado y les había prohibido comer la fruta del árbol del bien y del mal, que estaba en el paraíso, lugar lleno de delicias, en el que no existían la enfermedad ni la muerte. Pero inducidos por la serpiente que, en aquella época, caminaba y hablaba, fueron tentados por ella y comieron una manzana de dicho árbol. En un principio no cedieron, y le respondieron, el Señor nos ha dado la orden de no comer ningún fruto, y si lo hacemos nos castigará. Pero la serpiente, con gran malicia, les respondió: Mas ahora no los puede ver, pues no está presente, de modo que no los castigará. Entonces comieron una manzana del árbol. Pero el Señor todo lo veía, y sabía todo lo que pasaba en el paraíso por eso, diciéndoles, con voz tonante, que le habían desobedecido, exclamó: Por no haber cumplido mi prohibición, moriréis. Tú, Eva, parirás con dolor, y tú, Adán, deberás trabajar para poder mantenerte. En cuanto a ti, serpiente, serás maldita para siempre, nunca más volverás a hablar, y te arrastrarás por el suelo, causando horror a quienes te contemplen. Cuando salieron del Paraíso, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza, tapándose los genitales con hojas de parra.

Es muy difícil creer que el origen del mal se produjo como está relatado en el Antiguo Testamento. Mas, entonces, ¿cuál es su origen, y cómo comenzó a existir? Es tal vez imposible saberlo. A pesar de todo, arriesgaremos una respuesta. Nos parece que su origen se debe al código genético, en el que están fijados los años de vida que tendrá cada especie animal. La vida del ser humano es larga. Si no sufre algún accidente grave, podrá vivir cien años y, a veces más. En cambio otros animales, viven menos. Según ciertos testigos confiables, hay tortugas que han vivido por lo menos, doscientos años.

Pero el origen del mal no solo es físico, sino que está también en la conciencia humana. ¿Por qué unos hombres son buenos, otros ni malos ni buenos, pues son más o menos indiferentes, aunque no del todo, al sufrimiento humano, y otros son feroces, pudiendo llegar al secuestro, la tortura y el asesinato?

Este hecho podría también deberse al código genético. Hay perros bravos y perros mansos, caballos briosos y caballos dóciles. Mas lo que debemos preguntarnos es si la maldad está fijada por el código genético, de modo que el malo no pueda cambiar. Con los animales la respuesta es más o menos simple, mas cuando se trata del ser humano las cosas se complican. Porque hay malos empedernidos que lo han sido durante casi toda su vida, y un buen día renunciaron al mal. Así como hay buenos que después de algunos años, se vuelven pérfidos.

Lo que sucede es que la conciencia del ser humano es insondable. Nadie ha podido dar una respuesta convincente. Ni los materialistas, ni los espiritualistas han logrado dar respuestas convincentes. Los cristianos creen saberlo. Mas hay muchos que no creen en la religión, de modo que ella no puede dar una respuesta decisiva. Hagamos lo que hagamos, nuestra conciencia se resiste a todo análisis. Y siempre será huidiza. Vemos, pues, que no hay salida. Y nunca la habrá.