¿Por qué no hay un Día Internacional del Hombre? La razón es simple. Porque el hombre siempre ha dominado a la mujer. Como en todo lo relativo al género humano, hay excepciones, aunque, según mi opinión, no totalmente convincentes. En algún país, creo que en alguna región de la India, hubo un régimen de matriarcado. En lugar de que el rey tuviera el más alto cargo de la nación, lo tenía una mujer. Ella era la que mandaba en forma absoluta y el trono, a la muerte de la matriarca, lo ocupaba su hija o, en caso de no tenerla, una mujer, elegida según reglas definidas. ¿Pero los hombres estaban realmente dominados por la mujeres? No hay ninguna referencia sobre este hecho. Algo que permite aclarar este problema es el de la reina de la comunidad británica. La reina vive en Londres y es tratada con el mayor respeto. Pero, como dicen los británicos, la reina reina pero no gobierna. Para mayor claridad, pongo el caso del rey: el rey reina pero no gobierna.
Como los humanos somos capaces de adoptar cualquier régimen de gobierno, es posible que haya una civilización en la que las mujeres dominen efectivamente a los hombres. Pero se trataría de una civilización rarísima, inexistente en otras partes del planeta.
En todas las sociedades a través de la historia, siempre han dominado los hombres. Este dominio era inevitable, debido al hecho de que el hombre es más fuerte que la mujer. Por eso, hasta hace muy poco tiempo, las despreciaban. Una prueba de este desprecio es que en un concilio se planteó el problema de saber si la mujer tenía alma.
Los hombres se creían más inteligentes, más creadores y más valientes que las mujeres. Y en todas las sociedades, desde las orientales hasta la occidental, las tenían dominadas. Ya no las trataban con tanta rudeza, pero se puede decir que las civilizaciones existentes eran completamente machistas. Los hombres eran galantes y las mujeres se vestían con múltiples adornos, asistían a las fiestas, eran rodeadas y enamoradas por los varones. Pero no significaba que pudiesen imponer las reglas sociales.
Recordemos algunos casos de machismo. Una mujer no podía casarse con el hombre que ella amaba, porque su padre había decidido casarla con otro. Las hijas no podían heredar. En algunas culturas avanzadas solo heredaban una pequeña parte, lo restante correspondía al hombre. Casi siempre, la imposición del padre se debía al hecho de que el hombre con quien se casase su hija era rico y podía ayudar a que su situación cercana a la pobreza cambiase, pues al hombre que había elegido lo tenía por generoso.
Otro caso de dominio era el relativo al vestido. Era imposible que la mujer tuviera una falda corta o que usara pantalones. En este caso, las costumbres eran implacables, la sociedad en general permitió que la vestimenta de las mujeres fuera un poco más libre, pero siempre hasta cierto límite.
Hasta que a mediados del siglo XIX, Stuart Mill, un gran filósofo inglés, escribió un libro titulado “La sumisión de las mujeres”, en el que sostuvo que debían ser libres y tener los mismos derechos que los hombres, en todos los casos y sin excepción. El libro produjo un escándalo y fue atacado por los conservadores, que querían que las mujeres siguieran dominadas. Pero el primer paso había sido fundamental.
A partir del libro de Stuart Mill, los que apoyaban la liberación de la mujer fueron cada vez más numerosos. Hoy, en las civilizaciones avanzadas, se puede decir que las mujeres son iguales a los hombres y tienen los mismos derechos. La vida es más digna y racional que en el pasado: mujer y hombre son símbolos de libertad y dignidad.
La liberación de la mujer es un verdadero triunfo de la inteligencia y del humanismo y hace que la vida se base en la dignidad de todos los seres humanos.
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