La palabra mito proviene del griego clásico y tiene diferentes significados. Uno de ellos es leyenda, según Homero el poeta ciego, creador de las maravillosas epopeyas “La Ilíada” y “La Odisea”. O sea, algo que, desde hace mucho tiempo, constituye una creencia del pueblo, de la cual nadie duda.
En cambio, mitoide significa algo que tiene de mito pero no es propiamente tal. Por ejemplo, ovoide es algo parecido a un huevo pero deformado, que ya no es redondo sino que tiene una forma más alargada.
Es interesante conocer algo de la mitología griega para comprender mejor lo que sigue. Según la “Teogonía” de Hesíodo, en el principio era el Caos y luego viene Gea (que significa la Tierra; recordemos el término geografía). Gea se unió con el bellísimo Eros (esta palabra significa amor sensual, que se encuentra en las películas y libros eróticos) y el poderoso Urano.
Gea y Urano tuvieron una descendencia muy numerosa, los titanes, que eran gigantes poderosísimos masculinos y femeninos, Océano, Hiperión y muchos más. Otro de sus hijos fue Cronos, quien castró a Urano.
La segunda dinastía, la Olímpica, integrada por muchos dioses. Zeus, hijo de Cronos, es el más poderoso ; a su lado están Poseidón y Hades, entre otros dioses y diosas, como Apolo, Athenea (de donde viene el nombre de Atenas, la capital de Grecia en una región diferente de otras, en que están países como Esparta y Tebas ), Ares y otros más. Su esposa es Hera, a la que traiciona repetidamente.
Ahora podemos entrar en el tema mencionado en el título que encabeza este artículo. En la política de nuestro tiempo, los seguidores de algún gran político dicen con profunda convicción que él es un mito.
Así, los miembros del Apra sostienen que Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador de dicha agrupación, es un mito. Para los seguidores de Fernando Belaunde Terry, el creador de Acción Popular, él es un mito; lo que quiere decir que nadie puede dudar de su grandeza. Pero resulta que quienes piensan de esta manera están equivocados. Porque, como he dicho, de la leyenda nadie duda. Está profundamente arraigada en las creencias de todos los habitantes del país en que existe, pero esto no sucede en los políticos modernos de casi todos los países. En lo que sigue me limito al mío.
La prueba de que ningún político puede ser un mito es que de este nadie duda. En cambio, de nuestros políticos no solo hay personas que dudan de ellos sino que se los critica abiertamente. Así, Haya de la Torre era criticado por los partidarios del fundador de AP y lo mismo sucedía con los apristas que rechazaban abiertamente los méritos de Fernando Belaunde Terry, uno de los presidentes más grandes, más eficaces y honestos que ha tenido el Perú.
Los grandes políticos, que son seguidos apasionadamente por sus partidarios, no pueden ser mitos, solo son mitoides.
Con lo que digo no pretendo, de ninguna manera, negar los méritos de los grandes políticos que ha tenido el Perú. Por el contrario, los reconozco. Y entre ellos, tengo que citar, necesariamente al presidente Ramón Castilla, liberador de los esclavos. Pero tampoco puede ser un mito, pues, durante sus dos gobiernos tuvo diversos críticos y opositores. Los grandes políticos no pueden llegar a ser mitos, pero ello no impide que sus méritos sean reconocidos por todos los que piensan de modo sincero y veraz.
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