jueves, 27 de abril de 2006

Panel "Realidad Social Peruana: Otra Mirada" organizado por la PUCP de Lima


FILÓSOFOS Y CIENTÍFICOS SOCIALES TRATAN DE EXPONER ENFOQUES ALTERNATIVOS SOBRE LA REALIDAD PERUANA

Intelectuales concluyen que pensamiento social en el Perú debe, por lo menos, reorganizarse para abordar con eficacia los problemas que nos agobian desde hace cinco siglos

[Lima-UNMSM, 27 de abril de 2006] La Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Lima tuvo la suerte de recibir, este jueves 27 de abril, a importantes científicos sociales, analistas y filósofos peruanos. Esto, en el panel denominado "Realidad social peruana: otra mirada", que organizó el

Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y Antropológicas (CISEPA) de esa casa de estudios.


En efecto, de acuerdo a lo ya anunciado[1], en este panel intervinieron los siguientes profesionales: Guillermo Rochabrún Silva[2]; Juan Fernando Vega Ganoza[3]; Walter Twanama Altamirano[4]; José Carlos Ballón[5]; y Eduardo Cáceres Valdivia[6]. En ese orden, expusieron sus puntos de vista, moderados por Augusto Castro Carpio, presidente del CISEPA.

Guillermo Rochabrún: “Es necesario crear imaginarios sociales edificantes”.
Empezó Rochabrún, opinando que las ciencias sociales en el Perú se han manejado siempre en el horizonte de un "pensamiento crítico" nulamente aplicable. La realidad peruana se ha descrito siempre en sus aspectos negativos, tanto desde una comprensión determinista (se piensa que estaríamos marcados por un destino difícil de salir) como historicista (se concede peso abrumador al pasado frente al presente).

En términos culturales, siempre hemos construído una memoria histórica debilitante (todo lo contrario de los EE. UU, y la creencia en el "destino manifiesto", que los hace autopercibirse como el "país de las oportunidades"), y esto ha redundado en una perspectiva fatalista[7]. Es decir, se construyen imaginarios desoladores, donde no hay márgenes de maniobra [como si estuviéramos en un “callejón sin salida”... FR].

El mismo Jorge Basadre (historiador tacneño, 1903-1980) cae en dicha lamentación por un pasado que se considera determinante[8]. Con todo, el "principio esperanza", que habita en su obra[9], permite considerar (por extrapolación) el tema de las oportunidades que efectivamente hemos aprovechado. ¿No podemos preguntarnos esto, y dejar de pensar que estamos en el peor de los mundos posibles? Aquéllo abriría nuevas posibilidades de reflexión sociológica.

En este sentido, otro intelectual peruano, el historiador Pablo Macera, utiliza un "razonamiento contrafáctico" distinto al de la metodología del pensamiento crítico, preguntándose por alternativas a nuestros procesos históricos[10]. En estas preguntas se revela que la suerte no está echada de antemano. Un horizonte de posibilidades se abre, lo cual nos permite pensar creativamente nuestro futuro desde el presente.

En esa línea, debemos preguntarnos, afirmó Rochabrún, por las experiencias históricas exitosas que nos hayan dejado recursos con los que podamos contar. Sólo así nos convenceremos de que hay opciones y posibilidades de elegir, que no son meramente electorales[11]. "La cuestión es mental", concluyó, aludiendo a la necesidad de crear nuevos imaginarios.

Juan Fernando Vega: “Las políticas de inclusión no son el problema, si no el contexto cultural en que se llevan a cabo”.
La ponencia de Vega estuvo llena de datos estadísticos, pero no por ello disminuyó el interés. Señaló que en los sectores académicos de nuestro país hay toda una "narrativa social" que se ha quedado en los años 40. Es un error considerar que hoy el Estado peruano es excluyente, y que no llega a la población, cosa tal vez cierta en aquellos años, pero no ahora.

En realidad, el Estado ha promovido, durante las últimas décadas, políticas de inclusión[12]. Sin embargo, al considerar el problema desde una perspectiva cualitativa, nos podremos dar cuenta que la inclusión no ha sido suficiente. El sistema, que tiene como núcleo el aprendizaje, ha aumentado la inversión en educación (aumentando el sueldo a los maestros, por ejemplo) y cuenta con una amplia estructura tanto a nivel público como privado, pero no ha sabido promover la reflexión y el debate pedagógico entre los actores educativos.

En efecto, ni profesores cuenta de la realidad paradójica de un país con un alto porcentaje de aprobación académica y que, ni alumnos, ni padres de familia, ni funcionarios públicos quieren darse sin embargo tiene una pésima comprensión lectora y matemática[13]. "¿Ignorancia de la realidad educativa? ¡Pero si todos saben el problema!", comentó Vega[14].

¿A qué se debe esta actitud? Debemos comprender que, a pesar de haber aumentado el presupuesto para la educación (lo cual no ha redundado en una mejor comprensión), y de estar en la mitad de camino en la competencia académica internacional (y que, por lo tanto, no "estamos peores que Haití", como se dice), desde 1940 hemos iniciado un proceso de "inclusión" de una cultura oral ágrafa-rural a otra ágrafa-urbana, con toda la problemática que esa situación implica[15]. "En ese sentido, estamos más cerca de Sudáfrica, que de nuestros países vecinos" aseveró.

Walter Twanama: “No se ha estudiado con claridad la eticidad pública del peruano”.
Prosiguió Twanama, señalando que en las ciencias sociales peruanas hay un obnuvilamiento por el ejercicio mecánico del pensamiento "crítico", pero no se abordan los problemas derivados de la eticidad pública en el Perú[16].

Por lo mismo, en las investigaciones de las ciencias sociales peruanas, una vez establecido que nuestras problemáticas relaciones sociales no se explican por la tesis del desconocimiento mutuo[17], ha faltado describir la particular habilidad que tenemos para construir "patrones de discriminación": a partir de una rápida inspección de las características externas de un interlocutor (rasgos físicos, nivel educativo, usos lingüísticos, etc.), sabemos si podemos tener una actitud de respeto prudente o de menosprecio racista con él[18]. Esto constituye nuestra eticidad, ignorada por los sociólogos.

Esta actitud, puesta en práctica y desarrollada desde el inicio de las migraciones internas, “constituye un progreso” –señaló Twanama- en comparación con el desconocimiento absoluto de las características del prójimo: en estos patrones de diferenciación existe, por lo menos, una "referencia a los otros"[19], de ayuda enorme en una sociedad fragmentada y semi-moderna.

Al final de su intervención, Twanama llamó la atención a los científicos sociales peruanos, por no tematizar esta "capacidad cognitiva" que caracteriza la eticidad del peruano. Influenciados por aplicaciones mecánicas del marxismo, se habrían limitado a hacer un análisis estructural-clasista que no aprehendería la complejidad de los hechos. Por el contrario, deberían aprender a mirar la "lógica" de cada interacción social, y esto les haría llegar a mejores conclusiones [que desnuden la intencionalidad estratificante de la mirada del peruano... FR].

José Carlos Ballón: “Nuestra sociedad ha sobrevivido a través de sistema de alianzas entre grupos heterogéneos”.
El filósofo sanmarquino criticó -al momento de su intervención- que el título del panel inste a "empezar de cero", y no reconozca lo que ya tenemos, como si no quisiéramos "acumular capital ideológico". Una visión culturalista que no es la más adecuada. En contraposición, podríamos tener una actitud más de sentido común: hay que partir de lo que hay, no de lo que no hay (lo que supuestamente "debe" ser), ni de lo que pudo haber (como postula el pensamiento contrafáctico), y empezar a construir nuestras teorías sin afán de totalidad, para descubrir los distintos matices de nuestra compleja realidad social.

En efecto, según Ballón, no tendría sentido buscar una gran teoría que explique el “alma” del Perú, queriendo buscar “la unidad del mundo en la punta de un lápiz”. En realidad, las teorías son sólo locales, y nada tienen que ver con proyectos metafísicos de construcción de metarrelatos. Pensar lo contrario es lo causante de nuestra actual frustración.

Si nos alejamos de estas pretensiones omniabarcadoras, podríamos descubrir que, al lado de tantas rupturas, hay una convivencia de larga duración, que viene por lo menos del período de estabilización colonial[20]. Y en estas condiciones, no habría que avergonzarse por la crítica de Víctor Andrés Belaúnde, que refiere que la sociedad peruana se caracteriza por la incoherencia. "Sería un error pedirle a las personas que sean coherentes: eso sólo se lo pedimos a las teorías. ¡Y las sociedades no son teorías!", exclamó Ballón[21].

Instó, por último, a realizar un estudio multidisciplinario de la llamada "cultura chicha" (para él, una fuente de creatividad y de reconstrucción social única en su género), sin prejuicios ni desprecios fundamentalistas.

Eduardo Cáceres: “Es necesario lenguaje común para las ciencias sociales”.
La exposición de Cáceres fue sintetizadora. Hizo referencia al proceso del pensamiento social peruano, y sus tres enfoques: desde la economía (con la diferenciación entre lo estructural y lo supraestructural); desde la política (en el que se privilegian los procesos, estructuras y actores políticos); y desde las mentalidades (donde el tema de la subjetividad y las motivaciones psicológicas es relevante en el análisis de los procesos sociales)[22].

Aunque esto es difícil de identificar, parece que en la actualidad se intenta hacer investigaciones mediadas por una intencionalidad sanamente ecléctica[23]. Se tratan, en este contexto, tres temas relevantes: la pobreza (tema fuerte, que a su vez atraviesa otros temas, como la educación y la salud, en las que se trata de buscar alternativas a las insuficientes políticas macroeconómicas); la gobernabilidad (bastante en boga, que incluye subtemas como democracia, derechos humanos y administración pública, en los que se pretende "enseñar" a ser buen gobernante, en el sentido práctico del término); y la violencia (que se entrelaza con los temas anteriores y con el de la subjetividad, viéndosela como resultado de la exclusión).

En opinión de Cáceres, falta establecer procesos comunicativos entre los enfoques diversos surgidos en los últimos años [a los que se adicionaría la perspectiva de género... FR], no con el fin de hacer una teoría única (intención criticada por Ballón), sino para desarrollar un "lenguaje compartido", que parta de reconocer que hay un ámbito que nos vincula y que permite entender, criticar y refutar a los interlocutores en sus propios términos. Se evitarían así muchas imprecisiones[24].

Por último, señaló, al unísono con Ballón, que la perspectiva de la heterogeneidad debe ser estudiada en su sentido profundo, y no superficialmente[25]. "Así evitaremos errores de perspectiva flagrantes, como las de la última encuesta de El Comercio y el PNUD, que concluyó señalando que los peruanos son antidemocrátas, luego de haber hecho una encuesta en la que se preguntaba si se estaba de acuerdo con el régimen democrático. Obviamente, pocos respondieron afirmativamente a algo que no conocían", remató.

Preguntas y precisiones.
En la segunda parte del panel sólo intervinieron los tres primeros ponentes. Walter Twanama señaló que el Estado posee políticas inclusivas y eficientes, pero el problema está en el modo en que éstas se orientan. Así, por ejemplo, se reparten libros gratuitamente a las escuelas, pero no se capacita a los docentes para utilizarlos. El sentimiento de exclusión permanece en los ciudadanos mal formados, lo cual favorece a corrientes que se proclaman defensoras de los marginados, como el nacionalismo. Debe idearse, ante esto, propuestas de integración nacional, que favorezcan una verdadera inclusión[26].

En seguida, Guillermo Rochabrún señaló algunos ejemplos de oportunidades aprovechadas en el Perú[27]. Sería necesario un esfuerzo colectivo por transmitir a la población buenas noticias, y no transmitirle la idea que seríamos una especie de "Suiza fracasada". Además, el problema de la exclusión debería abordarse de modo más creativo. Su discurso debería replantearse, puesto que se tiende a victimizar a los pobres, como si estos no fueran sujetos actores de los cambios. Debería hablarse más de las estrategias de los pobres para escapar de la discriminación, que implica una noción de gente activa, y no solamente "sufriente" o receptora de los abusos de los poderosos.

Por último, Juan Fernando Vega señaló lo que él considera un problema sistémico: todos están satisfechos con la educación tal como está. Y el pensamiento social no busca la racionalidad real que se esconde en esta situación, sólo da respuestas externas. "No se dan cuenta –afirmó- que para los actores educativos la escuela está en función de intereses extraños a la formación[28]”. Así, todos buscan de todo, pero nadie está seguro de los que significa aprobar, repetir, aprender. La pobreza se instaura como justificadora de esta situación: ¿cómo mejorar si somos pobres? "Esta es una coartada, y revela que convivimos en base a la mentira. Pero la mentira tiene consecuencias", concluyó.

x FRANCISCO RAMOS

(Intercambio Filosófico)

Notas.

[1] Vea la publicidad realizada para este evento en nuestro site
Intercambio Filosófico: “Jueves 27: panel Realidad social peruana: otra mirada en la PUCP de Lima”. Noticia del 27 de abril de 2006.

[2] Sociólogo. Docente del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP. Director de la revista Debates en la Especialidad de Sociología de la PUCP. Email:
grochab@pucp.edu.pe

[3] Filósofo graduado en Italia. Sociólogo graduado en la PUCP. Director de Asuntos Académicos de la Facultad de CC. SS. de la PUCP. Email:
jfvega@pucp.edu.pe

[4] Analista social del Ministerio de Educación del Perú, en el que desempeña el cargo de Secretario Adjunto de la Secretaría de Planificación Estratégica. Email:
wtwanama@hotmail.com

[5] Filósofo graduado en la UNMSM. Profesor Asociado del Departamento de Filosofía de la UNMSM de Lima. Email:
jcballonsur@hotmail.com

[6] Filósofo graduado en la PUCP. Docente del Departamento de Derecho de la PUCP. Asesor Regional para América del Sur de OXFAM – Gran Bretaña. Email:
ecaceres@oxfam.org.uk

[7] De esta perspectiva fatalista no se escapan, según Rochabrún, ni sociólogos reconocidos como Julio Cotler. En efecto, cuando éste habla del "lastre colonial" que habríamos heredado, cumple con una función de médico forense, pues habla como de un muerto, al no indicar cómo cancelar dicha herencia negativa. Del mismo modo, otros hablan del racismo, pero no dicen como salir de él. Por su parte, Gonzalo Portocarrero habla del "carácter transgresor del pueblo peruano", anulando toda perspectiva de desarrollo ordenado, como cuando se habla del "carácter antidemocrático" del Perú.

[8] Basadre se plantea, en su “Historia de la República del Perú”, el tema de las "ocasiones perdidas" que tuvimos para convertirnos en República moderna.

[9] Este “principio esperanza” sobre todo opera en su trabajo "Perú, problema y posibilidad".

[10] Empleando el “razonamiento contrafáctico” podemos preguntarnos, por ejemplo, "¿qué hubiese pasado en el Perú, si los encomenderos se hubiesen casado con princesas indígenas e instaurado una dinastía feudal, en lugar de tratar a sus hijos mestizos como bastardos?", o "¿qué hubiese pasado si el ejército de Atahualpa derrotaba a las huestes de Pizarro?".

[11] Rochabrún señaló que el mismo Hugo Neyra (cuyo análisis de la realidad peruana es incluso más amargo que el de Cotler) reconoce que en la actualidad hay por lo menos dos experiencias históricas de países que han dado un "viraje" hacia la modernidad democrática: es el caso de España y de la India. Además, apuntó que hasta hace unos años se pensaba que los países del sureste asiáticos no podían desarrollarse "por su religión y su cultura antagónicas a toda proceso de modernización", pero se ha mostrado (por el desarrollo patente que han experimentado estos países) que no es así.

[12] Como resultado de las políticas inclusivas, la sociedad peruana se ha urbanizado (de 30% a 70% de la población); ha subido la esperanza de vida (de 35 a 70 años); y ha disminuído la tasa de analfabetismo considerablemente (de 40% a 8-12%). La cobertura de educativa se ha ampliado, y ahora la población que accede a la educación secundaria es predominante y el acceso a la educación superior va en aumento sostenido.

[13] En el Perú, mientras el porcentaje de aprobación es de aproximadamente 90%, el de comprensión lectora y matemática desciende dramáticamente: sólo el 10% de los alumnos cuentan con esas aptitudes.

[14] La inercia de los actores educativos en el Perú sólo sería aparente, a decir de Vega: los profesores evalúan a los alumnos y los aprueban, a pesar de que no lo merecen. Los padres de familia nunca reclaman por la ignorancia concreta de sus hijos, pues se conforman con que les traigan la libreta en azul. En este contexto, la administración pública recibe las actas de los estudiantes de educación, y sin más requisitos estos empiezan a hacer sus prácticas y a licenciarse… Todos actúan a sabiendas de los resultados finales [pero señalar las consecuencias negativas no es “políticamente correcto”... FR].

[15] La interpretación de Vega sobre esta realidad es la siguiente: en una sociedad ágrafa, las normas y los contratos no forman parte de las prácticas sociales comunes (en lo que respecta al caso peruano, esto ha sido perfectamente reflejado por "Los ríos profundos" de José María Arguedas), lo cual va alargando la espera para concretar la modernización.

[16] Dicha actitud fue ilustrada mediante una analogía: Twanama hizo referencia a lo que hubo en Davos 2005: en este Congreso mundial, la actriz Sharon Stone inició una convocatoria para comprar, por un millón de dólares, ¡mosquiteros para defender de la malaria a los niños de Tanzania! Por supuesto, el descontrol derivado de ello, hizo que esta iniciativa originada del sentimentalismo sea un fracaso: la malaria no se detuvo, porque los mosquiteros se vendían o no se sabían utilizar. Del mismo modo, el pensamiento crítico ignora que los problemas no tienen una explicación inmediata, por no tener una sola causa.

[17] Se ha llegado a refutar, en efecto, la clásica visión del Perú como "sociedad compartimentalizada", donde se piensa que indios, mestizos y blancos viven cada uno por su lado y poseen códigos propios: en ella, se piensa que la costa, la sierra y la selva (nuestra división geográfica tradicional) albergan formas de vida radicalmente distintas entre sí.

[18] Es decir, mediante el uso de “funciones discriminantes” [la analogía con la perspectiva matemática es clarísima, y esto no lo oculta Twanama... FR], podemos saber si podemos o no “cholear” a una persona (tratarla despectivamente como indio o mestizo).

[19] La “mirada del otro” en la subjetividad peruana es un tema al que ya habrían apuntado las investigaciones del antropólogo Fernando Fuenzalida (con su revisión del concepto de "raza social") y del filósofo recientemente fallecido Juan Abugattás (y sus estudios sobre el carácter bipolar de las "categorías" sociales peruanas: militar-civil; indios serranos-blancos costeños; etc.).

[20] Nuestras sociedades heterogéneas, de acuerdo a Ballón, han decidido convivir a pesar de nuestros mutuos mestizajes, amores, odios... y matanzas (que nunca han sido tantas como en la "culta" Europa). Esto causaría a un occidental tanta perplejidad, que exclamaría lo que ya alucinó Héctor Velarde Bergmann (arquitecto y literato peruano, 1898-1989): "Hamlet se confundiría al llegar al Perú, porque aquí ser y no ser son lo mismo".

[21] La milenaria cultura quechua sería prueba de esta “incoherencia saludable”, ya que es resultado de innumerables alianzas (lingüísticas, simbólicas, políticas, etc.). No hay abstracción que funcione en ella. “Nuestra cultura es tan cualitativa, que no sirve de nada aprender a sumar ni a restar”, comentó Ballón. A pesar de todo, nuestra posibilidad de reconstruir en poco tiempo las relaciones rotas es impresionante. Por ello no estuvo de acuerdo con lo que dijo Juan Fernando Vega, en lo relativo a que nuestra situación cultural sería similar a la de Sudáfrica: en nuestra cultura no hay tanto radicalismo de la división.

[22] Ejemplo de la tendencia economicista en las ciencias sociales peruanas son los planteamientos del marxismo clásico y los del pensamiento crítico de izquierdas; el enfoque político es característico de los gramscianos y de algunos investigadores de la Universidad Católica; mientras la perspectiva de mentalidades se promueve en obras como "Filosofía andina" de Josef Estermann, "Buscando un inca" de Alberto Flores Galindo, y en compilaciones como "Los nuevos limeños", editada por Gonzalo Portocarrero.

[23] El eclecticismo de las investigaciones recientes en el pensamiento social peruano está representado por los trabajos sobre economía informal, elaborados desde la subjetividad de los informales [...viene a la memoria “El otro sendero” de Hernando de Soto... FR].

[24] Las imprecisiones de los investigadores sociales tienen su ejemplo cuando se trata de identificar al "sujeto de la historia" peruana. En los años 70 se hablaba al unísono que eran las clases sociales, y a fines de los años 80-principios de los 90, se hablaba de los "individuos calculantes". Pero ahora se habla de innumerables clases (A, B, C, D... hasta la Z) por fines meramente comerciales, y hay distintas perspectivas económicas. De otro lado, el mismo término "pobre" se ha dejado sin precisión, lo cual debe replantearse con urgencia, para dejar de hacer de él el cajón de sastre que genera tantas políticas catastróficas. En efecto, ya no se habla de "campesinos pobres" ni de "indios pobres", sino simplemente de "pobres": ¡el adjetivo se ha comido a los sustantivos! Cosa que nunca hicieron ni Mariátegui, ni Haya de la Torre, ni ningún historiador peruano ilustre.

[25] En la investigación de nuestra heterogeneidad no basta, por ejemplo, describir como tales las alianzas que se establecen entre distintos grupos de la sociedad, sino que hay que preguntarse "¿por qué se hacen?". Tampoco basta investigar las funciones de la escuela, sino que hay que preguntarse por la realidad educativa, presupuesto básico de aquélla.

[26] “Para lograr una inclusión auténtica, los pedidos de aumento de presupuesto no lo son todo”, indicó Twanama... esta actitud economicista hace caer a la sociedad civil peruana a los niveles de emocionalidad irracional de una Sharon Stone pidiendo mosquiteros para los niños de Tanzania.

[27] Fue una oportunidad aprovechada por los peruanos la firma del acuerdo de paz con Ecuador, y fue positiva a pesar de la concesión de Tiwinza... y de los votos que éstos puedan haberle robado a Lourdes Flores (candidata presidencial que apoyó dicho acuerdo, y que ahora ha quedado relegada de la segunda vuelta electoral peruana). Otra ocasión aprovechada fue el impulso que una "dictadura" como la de Velasco (que gobernó el Perú entre 1968 y 1975, implantando una política de nacionalizaciones y expropiaciones masivas) habría dado a los empresarios nacionales, para que incursionen en nuevos ámbitos de negocios. Sólo así, Dionisio Romero (un conocido empresario peruano) pasó de simple empresario agrícola a industrial.

[28] Vega señaló contundentemente: “¿Qué es la escuela para estos actores educativos? Para los padres de familia, es una guardería, a la que mandan a sus hijos con el cuento de que van a aprender. Para los profesores, es una forma vitalicia de hacer cachuelos con nombramiento (semejante a la de los terratenientes que cobran una renta sobre un territorio, ya sea que lo trabajen o no: en efecto, ¡aprendan o no sus alumnos, igual cobran!). Para el Estado, es un sistema de encuadramiento, en la que instruyen a los alumnos en el sistema de subordinación jerárquica: se les enseña que no hay que delinquir... y que tampoco hay que "ser acusete". Para el gobierno, simplemente es un medio que da réditos a la gobernabilidad: se suben los sueldos de los docentes simplemente para obtener paz social. Y para los alumnos, es un medio para obtener certificados, en un país donde el mejor de los alumnos de una escuela pública es ninguneado frente al peor de los alumnos de una institución con prestigio social". Sobran los comentarios.

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