FILOSOFEMAS
En los diálogos de Platón, uno de los pensadores más grandes de todos los tiempos, hay un pasaje referente a Sócrates su maestro en que alguien lleno de admiración le pregunta: “¿Oh gran maestro, dime cómo has sido capaz de llegar a ser el más sabio de los griegos?”. Su respuesta fue increíble: “¿Quieres saber por qué sé tantas cosas? Porque lo único que sé es que no sé nada”.
La palabra “saber”, proviene del latín y significa “sabor”. Es desconcertante enterarse de que saber —algo tan complicado y que presupone una serie de complejos procedimientos intelectuales—se origina en el sabor. Y el sabor tiene que ser, naturalmente, el de aquello que uno se introduce en la boca. Rastreando el desarrollo del ser humano, desde que nace hasta que balbucea sus primeras palabras, vemos que una de las cosas que hace es llevarse a la boca todo lo que encuentra. Es la manera del infante de orientarse en el mundo. El origen de saber es, como vemos, el gusto. Conforme crece se va dando cuenta de que los sabores tienen una gama de diferencias casi inagotable. Describir cómo es cada uno de estos sabores es imposible. En realidad, describir cómo es una sensación va más allá de nuestras capacidades. Una sensación es como es y nada más. Ver es ver, oír es oír, tocar es tocar, oler es oler y no hay manera de describirlos.
Hay innumerables formas de conocimiento pero todas pueden clasificarse en dos conjuntos: en el primero están los que no dependen de la experiencia, que son las matemáticas y la lógica. Una teoría matemática, como el cálculo infinitesimal, no tiene nada que ver con los sentidos. Se crea y se capta por medio del pensamiento. En el segundo están los que solo pueden establecerse por medio de la experiencia, es decir aquello que captamos por medio de los sentidos.
A diferencia de las matemáticas y la lógica las otras ciencias como la astronomía, la física, la química, la geografía, etc., se captan por medio de los sentidos. La vista interviene de manera decisiva, en su constitución, como en la astronomía, aunque pueden intervenir otros sentidos, como el tacto, en física, y el olfato en química.
Un aspecto de interés respecto al conocimiento es que quien sabe tiene conciencia de este saber y cuando ignora algo sabe que no sabe. Como siempre, hay personas que creen saberlo todo y que nunca se equivocan. Para no usar una palabra demasiado fuerte me limitaré a llamarlos necios.
El conocimiento científico ha influido decisivamente en el destino de la humanidad. De un lado, su impacto ha sido maravilloso. Se han descubierto remedios contra una serie de males que en el siglo XIX se consideraban incurables, lo que ha permitido aumentar el promedio de duración de la vida. Gracias al conocimiento estamos rodeados de comodidades, nuestra existencia se ha tornado fácil y agradable. Mas, desgraciadamente, ha contribuido a la creación de armas de inmenso poder destructivo, lo que ha llevado a guerras de resultados catastróficos para los que las perdieron como para quienes las ganaron.
Pero así es el destino humano. El hombre debe elegir, sin tregua, cada día, entre el bien y el mal. ¿Cuál será su elección final? Me es absolutamente imposible dar una respuesta.
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