viernes, 20 de agosto de 2010

GUILLERMO GIACOSA: "EL RACISMO: UNA EXPRESIÓN DE INFERIORIDAD MENTAL"


Viejas taras en un nuevo contexto

El racismo: una expresión de inferioridad mental

Guillermo Giacosa
Perú 21 Online, 20 de agosto de 2010

Hace poco, en un café de San Isidro, me encontré con una vieja amiga judía que, luego de los saludos del caso, me espetó que le habían dicho que yo era antisemita. Mi reacción fue más allá de lo que mi interlocutora podía esperar: no fue un “¡Qué ocurrencia!” o un “De ninguna manera”, sino un indignado, realmente indignado y poco elegante, “¿Quién mierda dijo tal cosa?”. No es, por supuesto, difícil adivinarlo. Las usinas de inteligencia del Estado de Israel promueven, a nivel universal, la convicción de que quienes no compartimos los métodos fascistas de ese Estado con respecto a los palestinos en particular –y a parte del mundo islámico– somos antisemitas. Es la misma metodología que aplicaron los comunistas para calificarte de contrario a la marcha de la historia cuando criticabas los crímenes de Stalin o lo que hacía el infradotado de Bush con todos aquellos que no simpatizaban con su guerra eterna contra el terrorismo o censuraban la masacre contra el pueblo iraquí.

Si yo compartiera las agresiones contra Gaza, la pobre, pequeña, desamparada y superpoblada Gaza, estaría traicionando brutalmente mis convicciones y mi horror –bebido desde pequeño en el hogar paterno– contra las monstruosas masacres cometidas por los nazis contra el pueblo judío y otras minorías. Como alguna vez le dije a un embajador de Israel en Lima, “siempre estuve de parte del más débil, del indefenso, y no veo ninguna razón por la que ahora debería cambiar”. “Ayer –agregué– fueron ustedes y hoy son los palestinos”.

Creo que cualquier manifestación de racismo es un acto de inferioridad mental. Y mientras me mantenga lúcido jamás podría permitirme una conducta de esa naturaleza. No hay 'elegidos’: solo seres humanos, y entre ellos los hay buenos, regulares o malos sin que esto dependa, en lo absoluto, de la nación o el grupo étnico o cultural al que pertenezcan.

También hay –tonto no soy– intereses políticos, económicos y geoestratégicos, y es en defensa de esos intereses que se califica de 'antisemita’ o 'anti’ a quien critica el orden establecido.

Decía el brillante antropólogo Lévy-Strauss: “La primera reacción contra el extranjero es imaginarlo inferior… y durante miles de años la humanidad cesaba en las fronteras de la propia tribu”. Hoy las cosas han cambiado, y no obstante, en algún nivel de cerebros como el de la amiga que encontré en el café de San Isidro, las operaciones mentales siguen aferradas a esa primitiva forma de percibir el universo. Son víctimas privilegiadas, pero víctimas al fin, de un sistema maniqueo que divide el mundo entre buenos y malos y creen, honestamente, estar en el lado correcto de esta parcelación tan arbitraria como estúpida e interesada de la realidad.

Otro tema que es, a su vez, el mismo: el 26 de agosto, a las 10:30 a.m. en el Thunderbird Hotel Carrera (Jr. León Velarde N° 123, Lince), se realizará un encuentro para reflexionar sobre la necesidad de eliminar el racismo y el sexismo en los medios de comunicación.

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