viernes, 4 de febrero de 2011

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "¿POR QUÉ CAEN LOS TIRANOS Y POR QUÉ NO?"

FILOSOFEMAS


Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 4 de febrero de 2011

¿Por qué cae un tirano? De manera general, puede decirse que cae cuando los militares dejan de apoyarlo. Un tirano solo puede estar en el poder cuando el Ejército lo sostiene. Este apoyo es imprescindible, porque el tirano es rechazado por el pueblo. Solo el temor ante represalias impide que el pueblo lo derroque. Pero cuando las Fuerzas Armadas dejan de apoyarlo, el tirano está perdido.

El derrocamiento puede ser violento o no violento. El primer caso se produce cuando el tirano que ha perdido el apoyo militar conserva, sin embargo, una pequeña parte del mismo, que le es fiel y se aferra al poder. En este caso, las fuerzas militares sublevadas lo atacan frontalmente y, apenas lo capturan, lo fusilan, para impedir que la parte que le era leal pueda provocar un enfrentamiento. Un ejemplo típico de derrocamiento violento es el del tirano rumano Ceaucescu. Esta tiranía ha sido una de las más atroces de los últimos tiempos. Ceaucescu solo se preocupaba de las cosas que lo divertían, como mantener en buen estado su coto de caza, la preparación de banquetes que compartía con sus oficiales más íntimos y otras trivialidades. El pueblo vivía en la miseria y le tenía tal terror que cuando se trasladaba a través de la capital y pasaba delante de ellos nadie se atrevía a decir: “Aquí viene Ceaucescu”. Solo levantaban un dedo, para dar a entender, que estaba pasando el número uno, es decir el jefe supremo.

En Egipto, Mubarak, cada vez que había elecciones presidenciales, se hacía reelegir. Así, ejerce la Presidencia de Egipto por 30 años. Hasta que el pueblo, cansado de tanta arbitrariedad, salió a las calles de El Cairo a protestar. Al principio, el Ejército lo mantuvo a raya, pero la protesta llegó a ser tan grande que la Fuerza Armada decidió dejar de disparar. En ese momento, Mubarak comprendió que estaba perdido. Pero, al revés de lo que hizo Ceaucescu, anunció que adelantaría las elecciones generales y que no postularía de nuevo a la presidencia.

Otro caso de caída de un tirano, porque las fuerzas armadas le retiraron su apoyo, es el de Benito Mussolini. Cuando los aliados invaden Italia por el sur y comienzan a avanzar hacia la capital, una buena parte del Ejército se voltea y comienza a colaborar con los invasores. Sin embargo, le sigue siendo fiel una minoría militar. El resultado es que ante los avances del Ejército aliado, emprende la huida a Suiza, es descubierto por miembros de la resistencia y fusilado con su amante Claretta Petacci.

Veamos ahora casos de tiranos que no fueron derrocados. El caso típico es el de Stalin. Su tiranía era implacable y, pese al descontento del pueblo, que estaba harto de sus arbitrariedades, las Fuerzas Armadas lo apoyaron sólidamente hasta su muerte.

Otro caso interesante es el de Hitler. Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial el Ejército siguió apoyándolo incondicionalmente y, hasta el momento en que los rusos empezaron a ingresar a Berlín, las tropas alemanas siguieron a su lado. Al final para no ser capturado por los aliados, se suicidó.

¿Por qué los tiranos oprimen al pueblo? La psicología del tirano es complicada, pues hay diversos tipos de tiranos. Stalin es muy diferente de Hitler. Pero entre ambos hay un rasgo común: una voluntad demoniaca de poder. ¿Por qué hay hombres que tienen esta característica? Se han esgrimido muchas razones; pero, en mi concepto, ninguna es convincente.

Después de este recorrido a través de algunas tiranías no queda sino afirmar que la democracia es el mejor de los gobiernos, porque en ella se respeta la libertad de los gobernados y los presidentes no tratan de seguir gobernando de manera indefinida. Sin democracia no es posible que un ser humano viva dignamente.

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