Larry Beinhart es un escritor estadounidense de ficción política. El hombre, aún sin haber conocido a Alan García, trabaja sobre uno de los más prolíficos campos al que puede acudir la imaginación humana cuando quiere internarse en el terreno del imaginario. También, ayudado por su entrenamiento en la ficción, escribe sobre la realidad. Se pregunta, en un reciente artículo, ¿cómo el 10% de la población se las ha arreglado para que sus estrechos intereses económicos dominen a los intereses económicos de la mayoría? “Y, al hacerlo, ponen en peligro el bienestar económico de nuestra nación y llevan al sistema financiero mundial al borde del colapso”, dice.No es una reflexión novedosa, pero sí lo suficientemente importante como para que la subrayemos, porque esa realidad se repite en otros países y es impostergable darle una repuesta que apunte a una sociedad más equitativa. El lunes, las presidentas de Argentina y Brasil declararon: “Las dos sabemos que el crecimiento económico es bueno si llega a todos”. Las dos saben, también, que encontrarán, como hasta el presente, grandes escollos para avanzar, como lo han decidido con firmeza femenina, en ese sentido. Uno de los escollos es la prensa que fabrica realidades acordes a los intereses de los grupos dominantes, el otro, y regreso aquí a Beinhart y a una afirmación suya que cito textualmente: “Actualmente las universidades persiguen verdades que alguien esté dispuesto a financiar. La verdad de mañana es aquello por lo que hoy se paga”. Si entiendo bien, la trama del engaño comienza en la investigación guiada. Es decir, en la investigación orientada a confirmar aquello que beneficia los intereses de quienes la financian. Intereses que, naturalmente, son los de ese 10% que retiene más dinero que el 90% restante. Luego la prensa dará adecuada difusión apoyándose en las confirmaciones emanadas de otros gurúes con iguales intereses.
Este armado llegará finalmente a usted y usted lo repetirá convencido de que se trata del único mundo posible.
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