viernes, 8 de enero de 2010

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "EL MUNDO, LA ECONOMÍA Y LA CRISIS"


FILOSOFEMAS

El mundo, la economía y la crisis

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 8 de enero de 2010

La palabra “crisis” proviene del término griego krisis. Como muchísimos vocablos del lenguaje griego, tiene una enorme cantidad de significados. Entre ellos, “acción de distinguir”, “resultado de una guerra”, “elección”, “disentimiento”, “decisión” y otros más, pero uno de ellos es: “fase decisiva de una enfermedad”. Y esta acepción concuerda con la manera como la usamos en los lenguajes de origen latino y hasta en algunos de origen anglosajón. Cuando alguien está gravemente enfermo, no se sabe si después de algunas horas, que pueden ser pocas o muchas, el médico que lo (o la) está atendiendo dice: “El enfermo o la enferma está en crisis”. Cuando pase la crisis se sabrá si resistió o si fue incapaz de hacerlo y la enfermedad terminó por aniquilarlo.

Como sucede con frecuencia, el sentido de una palabra se extiende y se aplica a casos diferentes de su acepción primitiva. Uno de ellos, seguramente el más empleado, es el de “crisis económica”. Recordemos la terrible crisis de 1929, en la que se derrumbó el casi delirante optimismo de los estadounidenses sobre su economía y su crecimiento sin término. Como siempre ha pasado en Estados Unidos y en otros países, después de la crisis viene la recuperación. Las crisis se presentan cada cierto tiempo. La predicción de Marx, en su famoso libro “Das Kapital”, de que el capitalismo terminaría para siempre debido a que las crisis que se producían a través de los años eran cada vez más graves, no se cumplió. El capitalismo ha resultado ser como un gato de siete vidas. Ha resistido todas las crisis que comienzan cuando está naciendo la revolución industrial.

Después de muchos años en que se producían crisis no muy graves y sus respectivas recuperaciones, en setiembre del 2008 se produjo en Estados Unidos una crisis económica tan grave que muchos expertos han llegado a la conclusión de que ha sido del mismo nivel que la de 1929. Hay un dicho humorístico que reza: “Cuando el gigante del norte estornuda, a los países de América Latina les da pulmonía”. Felizmente, esta vez, a pesar de la crisis estadounidense, algunos países de esta parte de América no han sido muy afectados por la pulmonía, entre ellos el Perú y el Brasil. Venezuela resiste por su incalculable riqueza petrolera, pero Bolivia, a pesar de la ayuda de Venezuela, está en problemas.

En el Perú, la crisis económica estadounidense se ha dejado sentir, pero la buena política macroeconómica del gobierno ha impedido que se produzca una catástrofe. Ha aumentado ligeramente la desocupación y la mayor parte de los peruanos ha reducido sus gastos. Pero la economía no se ha descalabrado. Los cines y los teatros siguen siendo muy concurridos y los restaurantes siguen llenos tanto en Lima como en algunas capitales de provincias. Claro que el actual estado de cosas vale solo para las personas pudientes y para la clase media. Mas quienes tienen escasos recursos económicos no han visto su situación pecuniaria tan deteriorada como se temió cuando recién comenzó la crisis.

Pero la palabra crisis no se ha limitado a lo económico, también se habla de crisis política y de crisis en las relaciones internacionales.

Esperemos que la crisis económica estadounidense termine lo antes posible y que los esfuerzos que está haciendo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por superarla tengan éxito.

Ya hay síntomas de recuperación en dicho país. Ojalá la economía estadounidense por fin despegue y el año 2010 traiga alivio y bonanza para la humanidad entera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto, cuando EE.UU. estornuda, América Latina se enferma. Aunque esa es la verdad, a mí no me parece nada cómico. Es que no podemos seguir dependiendo de las grandes potencias. El Perú aún no es "libre ni independiente". Tenemos que romper los tentáculos del pulpo llamado "país extranjero". De esa forma el Perú crecerá. Habrá menos pobreza y las cosas serán mejores. Quizá el problema no sea de los gobernantes, sino de nosotros mismos. Vivimos con prejuicios emocionales, es decir: desde niños creemos que siempre vamos a estar dominados y vemos la dominación y la dependencia económica como algo normal; como si fuera parte de la realidad y de lo normal.