viernes, 25 de junio de 2010

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "EL TERRORISMO, LA HIDRA DE LA HISTORIA"

FILOSOFEMAS

El terrorismo, la hidra de la historia

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 25 de junio de 2010
 
Según la mitología griega, la Hidra de Lerna era una serpiente que tenía un montón de cabezas y de brazos y cuando se le cortaba uno volvía a salirle. Además tenía un aliento venenoso. Solo Héracles (Hércules en la mitología romana), pudo vencerla. Creo que la mejor descripción del terrorismo es compararlo con una hidra. Porque cuando parece derrotado surge de nuevo y esto sucede en todo el mundo. En lo que sigue, nos limitamos a nuestro país.

En 1980 Abimael Guzmán lleva a cabo sus primeras acciones terroristas en Ayacucho. Basado en una ideología absurda, una mezcla de marxismo-leninismo y maoísmo, “Gonzalo”, así lo llamaban sus fanáticos seguidores, asesina a varios habitantes de Huamanga. Pero no personalmente, pues él nunca manejaba armas. Quienes efectúan los crímenes son sus seguidores que fueron sus discípulos en la Universidad San Cristóbal de Huamanga, en la que era catedrático principal de filosofía. Guzmán llamó a su movimiento Sendero Luminoso, apelativo que aparece en una obra de José Carlos Mariátegui.

El núcleo terrorista que rodeaba a Guzmán eran estudiantes universitarios. Estos se encargaban de atraer a campesinos que rápidamente eran fanatizados pues debido a su falta de cultura no tenían la suficiente habilidad analítica para darse cuenta del absurdo de las propuestas de Guzmán. Un ilustre intelectual peruano dijo una vez que la mayor de las injusticias sociales era la ignorancia. Quien no tiene instrucción suficiente es víctima del engaño de los demagogos y, por eso, el terrorismo predicado por Abimael Guzmán, cundió rápidamente, por diversas regiones del país. Muchas personas fueron asesinadas, entre ellas la especialista en temas ambientales y conservación de la naturaleza Bárbara d’Achille.

La acción terrorista comenzó en el segundo gobierno de Fernando Belaunde, continuó en el primer gobierno de Alan García, y se prolongó hasta el régimen de Alberto Fujimori, quien decidió combatirlo a muerte. La guerra, pues, fue una contienda interna, duró hasta 1992, en que el general Antonio Ketín Vidal logró capturar a Abimael Guzmán. El terrorismo de Sendero Luminoso causó la muerte de miles de peruanos, entre miembros de las Fuerzas Armadas, policías y civiles que lo combatieron e integrantes del propio movimiento. Abimael Guzmán después de ser juzgado de manera impecable fue condenado y hasta hoy día está cumpliendo su condena.

Parecía que por fin se había acabado con el terrorismo. Pero, desgraciadamente no ha sido así. En la selva central, como la Hidra de Lerna, ha vuelto a surgir. Hay tres o cuatro jefes terroristas y esta vez se han aliado con el narcotráfico. Por más esfuerzos que han hecho las fuerzas policiales y las tropas del Ejército hasta ahora no han podido derrotarlos.

Pero ha surgido, ahora, un nuevo peligro. Los terroristas están tratando de infiltrarse en las universidades estatales. Hace pocos días se produjo un escándalo en la Universidad de San Marcos. Un grupo de personas dio vivas a Sendero Luminoso y a su líder Abimael Guzmán. Además en Puno se están formando nuevos grupos terroristas.

Estos hechos han producido alarma en nuestra población que en un 90% se opone a la liberación de los terroristas por medio de un indulto o porque ya han cumplido parte de su condena.

El presidente Alan García ha dicho que deben darse leyes que permitan a las fuerzas del orden intervenir en las universidades en que el terrorismo se esté infiltrando. Porque una universidad, cualquiera que sea, no es un territorio inviolable, pase lo que pase en su recinto. El Gobierno no puede intervenir en el plan académico del claustro pero sería insensato dejar que el terrorismo siguiera infiltrándose en las universidades estatales. En estos días, el Ejecutivo enviará al Congreso un proyecto de ley, en el que dispone la posibilidad de intervenir el recinto de cualquier universidad estatal en que se esté infiltrando de nuevo el terrorismo. Esperemos que el Congreso actúe con energía y rapidez.

Una democracia no puede permitir que un grupo de individuos, por razones puramente ideológicas, se proponga destruir un régimen político que es el único en que el ser humano puede vivir de manera digna y libre.

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