viernes, 20 de noviembre de 2009

GUILLERMO GIACOSA: "EL SUICIDIO COMO RESPUESTA A LA DIGNIDAD PERDIDA"


La autoeliminación como forma desesperada de protesta

El suicidio como respuesta a la dignidad perdida

Guillermo Giacosa
Perú 21 Online, 20 de noviembre de 2009

Un artículo firmado por Ana Barón en Clarín afirma que aumentan los suicidios, las depresiones y las adicciones en el Ejército de los EE.UU. Esta arma pelea simultáneamente en dos guerras, cuyo significado los soldados no comprenden cabalmente, y está, técnicamente, bordeando el límite de su capacidad. La consecuencia de todo ello es el agravamiento de los problemas de salud mental. La articulista de Clarín relata un caso patético: “El sargento Justin 'Jon’ Garza, de 27 años, llegó a Fort Hood –la base militar norteamericana donde tuvo lugar la trágica masacre que puso fin a la vida de 13 soldados– en junio del año pasado. Especializado en comunicaciones, ya había servido en el exterior seis veces, incluyendo una en Oriente Medio y dos en Irak, donde tenía que volver en setiembre.

Garza era alcohólico y, tras romper con su novia, decidió no seguir en las Fuerzas Armadas. Primero pensó en desertar. Y luego intentó suicidarse con un fusil. Se salvó de milagro. En el hospital de Fort Hood, los psiquiatras diagnosticaron 'depresión y dificultades para adaptarse’. Decidieron que se fuera a vivir a la casa de su mejor amigo, un soldado como él. Lo pusieron bajo vigilancia antisuicida de lunes a viernes. Pero Garza logró, finalmente, lo que quería. Solo once días después de salir del hospital se suicidó. Era un sábado. Dejó una nota a su madre: 'He estado destruido y con un gran dolor desde hace ya mucho tiempo. No podía seguir así. Nunca he sido bueno para abrirme y para decir lo que siento; por lo tanto, las cosas se fueron acumulando y cada vez fue peor’”.

Repito, en Fort Hood, los psiquiatras diagnosticaron “depresión y dificultad para adaptarse”. ¡Genios! ¡Campeones de la obviedad y la inmoralidad! ¿A qué no se adaptaba Justin Garza? ¿A haberse convertido en un criminal? ¿A actuar o presenciar como normal el asesinato de mujeres, niños e inocentes? ¿A aterrorizar con sus armas a familias indefensas? ¿A ver fragmentos del cuerpo humano esparcidos por donde transitaba? ¿A no entender qué cuernos hacía en ese desierto? ¿A caminar por la calle sabiendo que, en cualquier momento, una bomba lo podía destruir? ¿A eso no se adaptaba Justin Garza? Bueno pues, señores psiquiatras de Fort Hood, sepan que no adaptarse a ello es la prueba más valiosa de una humanidad que se resiste a bestializarse, a perder su condición. Si esa es la enfermedad que ellos curan en los soldados que vienen del frente de batalla, enhorabuena y respeto profundo por los suicidas: su acto final es un grito de desesperación que esa sociedad, que vive jugando a la guerra, loando las armas y condecorando a asesinos y locos, algún día, si recupera la cordura, tendrá que escuchar. Triste tarea la de los psiquiatras que te lavan de culpas para que puedas volver a cometerlas.

¿Cómo se llama eso? ¿Existe un código de ética que sancione semejante aberración? Seguramente no. Idiotas, además: los ponen en vigilancia antisuicida de lunes a viernes. Sábados y domingos como es sabido, la gente no se suicida.

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