Durante la ocupación de Alemania, en 1945, cuando el Tercer Reich se rindió de manera incondicional a los cuatro países aliados (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética), su capital Berlín quedó dividida en dos mitades: la parte occidental de la ciudad fue ocupada por los tres primeros países y la oriental por el último. Berlín Oriental fue sometido a una férrea dictadura, típica manera de gobernar del comunismo imperante en la Unión Soviética bajo el mando de Stalin.
En la época en que se construyó el muro ya había muerto el siniestro dictador y gobernaba Kruschev, menos duro que Stalin pero dictador; además, aunque no fue sanguinario era el jefe del Partido Comunista. Naturalmente, quienes vivían de manera miserable en Berlín Oriental preferían mudarse a los barrios occidentales de la ciudad. Más de tres millones de hombres y mujeres se habían trasladado al sector de la ciudad occidental. Esto inquietó tanto a los soviéticos que, en 1961, comenzaron a construir un muro que impidiera este paso. El muro era infranqueable. Había sido levantado con hormigón, medía tres metros de alto y estaba rodeado de alambres con púas electrificadas. Tenía 300 torres de vigilancia con soldados entrenados que disparaban con una puntería casi infalible y además había 600 guardias fronterizos. Al intentar cruzarlo, perdieron la vida 239 alemanes que vivían en la parte oriental de la ciudad. El Muro de Berlín duró 28 años.
Pero nada es eterno en nuestra Tierra. En 1985 Mijaíl Gorbachov conquista el poder debido a un hecho que era perfectamente predecible: la economía de la Unión Soviética era tan absurda que, a pesar de la enorme potencia del país, había comenzado a desmoronarse. La mayoría de empresas llegaba a fin de año con fuertes pérdidas y el gobierno tenía que invertir ingentes cantidades de rublos para equilibrar sus economías. Para evitar que el derrumbe se produjera, Gorbachov procedió mediante la reestructuración y la transparencia. Su idea era pasar de un socialismo totalitario a un socialismo humano, en el que todos los ciudadanos pudieran vivir libres del temor de ser encarcelados y, con frecuencia, ejecutados bajo la menor sospecha de ser contrarios al régimen. Con estas ideas renovadoras, una de las primeras medidas del nuevo presidente del Kremlin fue destruir el Muro de Berlín. El 9 de noviembre de 1989 comenzó la destrucción. El júbilo ciudadano fue indescriptible. Los berlineses lloraban de emoción, se besaban, se abrazaban. ¡Por fin eran libres!
Un ideal que no morirá nunca en el corazón humano es el de la libertad. El que no es libre, aunque su falta de libertad sea compensada con numerosas prebendas, salvo que sea un anormal, siente, a pesar de que no quiera reconocerlo, una inevitable desazón y, por más que lo hayan concientizado, ve con tristeza y envidia a quienes viven en un mundo de libertad, en el que pueden expresar su pensamiento, de modo oral o escrito, practicar su religión sin trabas, o no practicar ninguna. El Muro de Berlín ha quedado como símbolo de la lucha entre la tiranía y la libertad. Y como esperanza de que la libertad habrá de imponerse algún día en todos los países del mundo.
3 comentarios:
LA CAÍDA DEL MURO DE BERLIN
(primera parte)
El imperialismo y todos los reaccionarios del mundo han celebrado con júbilo un aniversario más de la caída del muro de Berlín, porque para ellos simboliza "el triunfo de la libertad y la derrota del comunismo". La verdad, sin embargo, es que esa caída fue el resultado inevitable de un largo proceso contrarrevolucionario que se inició con la usurpación del poder del Estado y del mismo PCUS en la URSS por el renegado Nikita Jruschov, después de la muerte de Stalin.
El 4 de febrero de 1945 se inauguró la Conferencia de Yalta, a la que concurrieron Roosevelt, Churchill y Stalin, acompañados de sus respectivos Ministros de Relaciones Exteriores y los Jefes de los Estados Mayores de sus Fuerzas Armadas. Esta conferencia se realizó en un momento crucial de la historia, cuando la derrota del Eje (Alemania, Italia y el Japón) era inminente y surgía una nueva correlación de fuerzas en el mundo, con la presencia de la URSS, como la principal fuerza victoriosa en la guerra más sangrienta de la historia.
Es una verdad irrefutable que la insistencia de EE.UU. e Inglaterra en la realización de las conferencias de Teherán y Yalta, se debió a que la URSS demostró tener el suficiente poderío para derrotar sola a los agresores nazifascistas, sin necesidad de la apertura de un "segundo frente". Cuando los "tres grandes" se reunieron en Yalta, el Ejército Rojo ya se encontraba a solo 60 kilómetros de Berlin, lo que era desventajoso para los aliados imperialistas de de la URSS...
LA CAÍDA DEL MURO DE BERLIN
(segunda parte)
No es casual que, desde un principio, las fuerzas reaccionarias de todo el mundo se hallen opuestas a los acuerdos justos logrados en la conferencia de Yalta, los cuales, según el mismo Roosevelt, habían "acabado con las esferas de intereses y demás artimañas, a las que se había recurrido durante siglos y que siempre habían fracasado". Y es que en esta conferencia, la URSS, EE.UU. e Inglaterra alcanzaron acuerdos sobre los problemas más apremiantes y complejos que aquejaban al mundo. El mismo Churchill declaró:
"La conferencia de Yalta prueba que los aliados son unánimes como nunca tanto en cuestiones militares como políticas". Y agregó: "No conozco otro gobierno que sea tan fiel a sus compromisos, incluso cuando ello le causa perjuicios, como el Gobierno soviético en Rusia".
Contrariamente a esta opinión autorizada, surgió, después, toda una corriente de opositores y detractores, tanto de la Conferencia de Yalta como la de Postdam, porque sus acuerdos pusieron las bases favorables para el desarrollo de una auténtica coexistencia pacifica en las relaciones internacionales. Por eso, el imperialismo nunca pudo resignarse a los resultados de estas dos Conferencias.
Fue en la Conferencia de Postdam que la URSS propuso formar un gobierno provisional para toda Alemania, el mismo que debía encargarse de coordinar las actividades de todas las autoridades alemanas; pero esta propuesta fue rechazada por EE.UU. y Gran Bretaña. Sin embargo, al final se llegó a un acuerdo sobre directrices generales de una política común para toda Alemania.
Es necesario recordar que en esta Conferencias quedo establecido que las fuerzas armadas de de Inglaterra, EE.UU. y la URSS ocuparían, cada una de ellas, una zona de Alemania. También fue prevista la creación de una Comisión Central de Control con sede en Berlín que debía estar compuesta por los comandantes en jefe de las tres potencias aliadas. Sin embargo, nunca se puso en duda que Berlín pertenecía a la zona de ocupación soviética y, por lo tanto, a la República Democrática Alemana, cuando esta fue creada, como respuesta a la creación de la República Federal Alemana por Inglaterra, EE.UU. y Francia, en sus zonas de ocupación.
Las comandancias aliadas que se instalaron en Berlín solamente debían cumplir funciones administrativas, porque el ejercicio del poder supremo le pertenecía a la URSS por estar esta ciudad en la zona de ocupación soviética. Sin embargo, muy pronto las guarniciones de Inglaterra, EE.UU. y Francia , asumieron funciones que no les correspondía, convirtiendo en la práctica el sector de Berlín ocupado por ellos, en parte integrante de la Alemania occidental que controlaban. Esto dio lugar al surgimiento de una situación extremadamente conflictiva en el Gran Berlín.
Gradualmente, la administración y la misma policía de Berlín oeste fueron convertidos en instrumentos reaccionarios y anticomunistas. Eran frecuentes las provocaciones y toda clase de maniobras, con el fin de perturbar las relaciones pacíficas entre Berlín occidental y Berlín oriental, obligando a la República Democrática Alemana a tomar medidas enérgicas de control de sus fronteras. Fueron estas circunstancias las que dieron origen al levantamiento del muro de Berlín, como única medida de protección.
Fue así que nació el "muro de Berlín", y hubiese seguido cumpliendo su cometido, protegiendo a la Republica Democrática Alemana, si la contrarrevolución revisionista iniciada por Jruschov en la URSS, no destruyera el Campo socialista...
LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN
(tercera parte)
Si algo simboliza la caída del muro de Berlín es precisamente el triunfo de la contrarrevolución, no solo en la Republica Democrática Alemana, sino en todo el Campo socialista; una contrarrevolución que ha restaurado el capitalismo, con todas sus calamidades como la desocupación, la pobreza, la prostitución, etc.
Solo reaccionarios de siete suelas, pueden NEGAR QUE LA URSS SE CONVIRTIO EN UNA GRAN POTENCIA SOCIALISTA DURANTE LA DIRECCIÓN DE STALIN, y que esa potencia salvó al mundo del nazifascismo que lo amenazaba. LA DURA PRUEBA DE LA GUERRA DEMOSTRÓ QUE LA SOVIETICA NO ERA UNA "UNA ECONOMIA ABSURDA", sino muy superior a la economía capitalista.
El muro de Berlín no "cayó", lo destruyeron los mismos que destruyeron a la Unión Soviética : Gorbachov y su pandilla de contrarrevolucionarios infiltrados en el PCUS, representantes típicos de los vestigios de las clases explotadoras, cuyo poder fue destruido por la gran Revolución de Octubre. Estos defensores de la "libertad", son los responsables de la profunda crisis que hoy azota a la ex URSS, sumida en el caos, donde las mafias manejan la economía de acuerdo a sus apetitos y ambiciones. Una libertad que ha arrojado al hambre y la miseria espantosa al pueblo y ha permitido el surgimiento de una banda de ladrones multimillonarios, formando una lumpen burguesía, que ha amasado su fortuna robando los bienes públicos.
Estos grandes asaltantes, defensores de la "libertad", tendrán que rendir cuentas ante el pueblo soviético renovado, tarde o temprano. Esa es la libertad de la que habla tanto y alaban, los "filósofos", estilo Francisco Miró Quesada, en sus "filosofemas".
[Cualquier crítica u acotación directa al autor de este texto, escribirla a joven.guardia@hotmail.com]
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