Empecemos haciendo un poco de historia. A fines del siglo XIX el mundo había progresado mucho. Comparado con las centurias anteriores la diferencia era muy grande.
Mas a partir de nuestra época, el progreso se fue acelerando hasta que a mediados del siglo XX se tornó vertiginoso. La técnica en todos sus aspectos llegó a extremos increíbles. El hombre fue capaz de llegar a la Luna y se desarrollaron eficaces procedimientos para la adquisición de nuevos conocimientos, especialmente el científico. Fue tal el progreso logrado que los conocimientos acumulados eran mucho mayores que la suma del conocimiento alcanzado antes del siglo XX.
El avance fue en todos los campos: ingeniería, física, química, matemáticas, etc., y en las técnicas de desplazamiento. Surgieron aviones supersónicos, de todos los tamaños, desde los aviones de guerra hasta los de pasajeros que llegaron a ser inmensos, como el Airbus. Se crearon armas superpoderosas, capaces de destruir la mitad de una ciudad lanzando una sola bomba.
Debido a estas conquistas técnicas, la industria automovilística se desarrolló de manera fabulosa. Pronto casi todos los países del mundo fueron invadidos por los autos. Y se llegó a tales extremos que, algunas veces, para llegar a su destino era mejor ir a pie que en automóvil.
El petróleo se convirtió en un tesoro. Del petróleo era posible obtener la gasolina, que utilizaban los autos y los aviones. El carbón fue otra de las grandes riquezas. Para el funcionamiento de las fábricas era usado indiscriminadamente. Todo esto subió el nivel vida. Las personas de los países avanzados vivían con mayor confort que nunca. En fin, el mundo se había tornado una maravilla. Por supuesto no todo era color de rosa, pues la maldición de la guerra nunca se pudo desterrar. Pero en las guerras se utilizaba más petróleo y más carbón.
Ahora bien, la gasolina y el carbón, producían calor. Y este calor se iba acumulando cada vez más, sin que nadie se diera cuenta. Este hecho se debió al efecto invernadero. Este fenómeno se produjo porque los gases, de diversa naturaleza, producidos por los autos, los aviones y por muchas otras entidades, aumentaban la temperatura de la tierra. En este contexto, el vicepresidente de Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton, Al Gore, publica “Una verdad incómoda”, libro mediante el cual alertó a la humanidad sobre las consecuencias del calentamiento global y los peligros que se cernían sobre el mundo. Y, efectivamente, ya los estamos sufriendo.
Los glaciares se están derritiendo, también el hielo de los dos polos; el mar se está calentando y se ha producido un cambio climático cuyos efectos son desastrosos. En muchos países se está luchando para detener el calentamiento global, pero hasta la fecha sin ningún resultado.
El calentamiento sigue aumentando, sin que nada pueda detenerlo. Lo ideal sería que los autos dejaran de usar gasolina, que el carbón dejara de utilizarse. Se ha logrado algo, se están construyendo autos eléctricos o que funcionen con gas licuado, pero todo es inútil: la humanidad está en peligro.
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