Los últimos acontecimientos de violencia que se han producido a partir del conflicto en Bagua el 5 de junio, en el mismo mes en que se dan los acontecimientos de Andahuaylas y la protesta de Sicuani, muestran que algo grave está ocurriendo en el país. En los dos últimos sucesos han intervenido fanáticos comunistas. Todo esto ha producido inquietud en una mayoría de ciudadanos que quieren vivir bajo un régimen democrático. Los hechos mencionados revelan que hay un complot organizado por fuerzas de ultraizquierda para terminar con la democracia que impera en el país.
Los hechos mencionados nos inducen a preguntarnos: ¿Cuál es la razón de lo que está sucediendo? La respuesta ha sido formulada por muchos. Los actos de violencia que se han producido en estos días se deben a la falta de comunicación entre los responsables del gobierno y los habitantes de territorios apartados, como los nativos que viven en la selva o con los pobladores de otras regiones del Perú, cuyas demandas no han obtenido respuesta.
La relación entre este hecho y la violencia es evidente. Si los habitantes de una región del Perú tienen un problema solicitan dialogar con el Gobierno y si no obtienen respuesta llega un momento en que se les termina la paciencia y recurren a la violencia, que se transforma en una manifestación del poder social. Y entonces el Ejecutivo se afana por apagar el incendio, cuando se ha agravado tanto que no sabe ya qué hacer.
Marx dijo en el siglo XIX: “La violencia es la partera de la historia”. Se equivocó, pues una buena parte de ella, especialmente la científica, se ha hecho sin violencia. Pero debemos reconocer que cuando se produce hace marchar la historia.
¿Cuál es la razón de la falta de comunicación entre el poder central y otras regiones del territorio nacional? Para comprender este hecho debemos remontarnos al origen de la nación peruana. Durante la Colonia, la población indígena era despreciada, se le consideraba inferior y era explotada. Esta situación de lejanía entre el gobierno y los gobernados se ha mantenido a través del tiempo, pese a que hubo dos o tres políticos excepcionales que intentaron superarla. Pero el hecho es que sigue hasta la fecha. Por eso, el Perú es un país desintegrado, nunca ha llegado a ser una nación en que sus partes se reconozcan como igualmente valiosas.
Contra esta situación, personas y entidades han levantado su voz de protesta, entre ellas El Comercio. Pero no cabe duda de que nuestra democracia está en peligro y debemos defenderla. Por eso, el Gobierno debe actuar con la máxima energía pero respetando la ley y los derechos humanos. Es totalmente falso creer que la democracia es débil. Al revés, es más fuerte que cualquier régimen autoritario que no puede soportar la libertad de prensa pues, como toda tiranía es corrupta, las denuncias de los medios de comunicación la destruirían. Por eso debemos actuar rápidamente contra la subversión. El Gobierno no debe tolerar que grupos subversivos quieran acabar con la democracia, el único régimen político en el que los seres humanos pueden vivir libres y dignamente.
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