viernes, 7 de agosto de 2009

FRANCISCO MIRÓ QUESADA: "SE ESTÁ PERDIENDO LA BELLEZA DEL MUNDO"


FILOSOFEMAS

Se está perdiendo la belleza del mundo

Francisco Miró Quesada Cantuarias
El Comercio Online, 7 de agosto de 2009

Sobre la belleza del cuerpo del hombre y de la mujer, se ha discutido mucho. Pero respecto de la belleza del mundo ha existido casi un acuerdo universal. Según los griegos la belleza del cuerpo del hombre consistía en la esbeltez y el de la mujer en la plenitud, sin llegar de ninguna manera a la gordura. Casi siempre se tuvo la misma idea sobre el cuerpo del hombre, pero respecto de la mujer hubo variaciones sin nombre. Para los antiguos árabes la belleza femenina consistía en una gordura rayana en la obesidad. En la época del gran pintor Rubens las mujeres sin ser obesas eran gordas. Durante la existencia de las monarquías absolutas hubo tal variedad relativa a la belleza femenina que sería difícil describirla en pocas palabras. Pero no eran de ninguna manera delgadas. Una excepción podría ser la corte de Viena en que las mujeres eran delgadas, pero sin ser flacas en absoluto.

¡Qué diferencia con el ideal de la belleza femenina, prevaleciente desde fines del siglo XX! El ideal es de la flacura extrema, a veces rayana en una delgadez esquelética.

Muy diferente es la situación respecto de la belleza del mundo. En las diversas épocas en que la pintura había desarrollado métodos definidos de expresión, tanto la occidental como la oriental, especialmente en la china y la japonesa, la gran mayoría de quienes admiraban a los grandes pintores, se deleitaban contemplando los paisajes, que habían reproducido con su talento. El verano, el otoño, el invierno y la primavera despertaban la admiración de quienes contemplaban lo que habían creado sus extraordinarios pinceles. En el verano el brillo del sol, en el otoño el color rojizo, a veces un poco dorado, de las hojas de los árboles, en el invierno los paisajes nevados eran maravillosos. La nieve recién caída sobre las ramas de los árboles, los montes y los cerros cubiertos íntegramente por un manto blanco eran deslumbrantes. Y en las regiones donde había montañas con nieve eterna, en cualquier estación del año, la belleza era inmarcesible. Los Alpes en Francia, Suiza e Italia eran lindos. Pero la Cordillera de los Andes era imponente y las montañas del Himalaya hacían pensar, como dijo el guía del primer hombre que escaló su cumbre más alta, Edmund Hillary, en dioses y diosas.

Pero hoy, esta belleza se está perdiendo. Debido al calentamiento global, la nieve de las altas montañas se está derritiendo, los maravillosos paisajes nevados están cada vez menos cubiertos de nieve. Y ese deporte extraordinario el esquí sobre nieve se torna cada vez más difícil de practicar porque los lugares en que era posible esquiar están cada vez menos nevados.

La belleza es una verdadera gloria para quien puede contemplarla. Un mundo sin belleza es una calamidad. Ojalá los esfuerzos que se están haciendo para detener el calentamiento global tengan éxito. Pues, por lo menos, podría contemplarse algo de la belleza pasada. Mas parece que estos esfuerzos no van a tener éxito en los próximos años. Perder la posibilidad de vivir en un mundo en que la naturaleza nos regalaba maravillosas bellezas, será una desgracia para quienes gozaban contemplándolas.

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