Con frecuencia escuchamos decir que una pintura, una escultura o una novela son clásicas. ¿Qué se quiere dar a entender con esta afirmación? Creo que se hace cuando algo es tan extraordinario que ha conservado su fama a través de los siglos. Las grandes obras han despertado una admiración que ha pasado de generación en generación, hasta alcanzar nuestros días.
Sin embargo, como sabemos, hay obras consideradas clásicas que no necesariamente son antiguas, sino que se han producido en tiempos recientes.
Las obras clásicas se producen en la pintura, la escultura, la música, la arquitectura y las letras, entre las que se incluyen la poesía y la novela y, a veces, el cuento que por lo general está constituido por un texto que no puede ser demasiado largo pues, entonces, sería una novela.
En la pintura, puede afirmarse que el clásico por antonomasia es el gran, el inmenso, Leonardo da Vinci.
Así lo confirman su famosa “Mona Lisa”, la “Virgen de las Rocas”, la “Última Cena” y varias obras más. Pero debe mencionarse también a los holandeses Johannes Vermeer, quien ha pintado como nadie el efecto de la luz sobre diversos cuerpos, y a Rembrandt, el creador de la “Ronda nocturna”.
En la escultura, Miguel Ángel es nuestro clásico indiscutible; basta pensar en su “Moisés” para quedar convencido. En cuanto a la música, varios deben ser mencionados, como Johan Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven.
En la arquitectura los clásicos son el Taj Mahal y la cúpula de San Pedro, esta última también de Miguel Ángel. En la poesía bastan dos nombres: Francisco de Quevedo en su poema “A Roma”, y Rubén Darío en casi todas sus creaciones.
En la novela, nos remitimos a “Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes, e “Historia de dos ciudades”, de Charles Dickens. En el cuento, a Edgar Allan Poe y a la estadounidense Pearl Buck, quien recibió el Premio Nobel por el conjunto de sus libros, entre ellos varios cuentos.
Debo plantear ahora una pregunta: ¿Y el cinema? Muchos lo consideran como el séptimo arte. Pero en este caso sucede lo mismo que con las demás artes: los gustos varían al infinito.
Hay personas a quienes no les gusta la pintura de Leonardo da Vinci, pero no se atreven a decirlo por temor a que se las considere incultas. Sin embargo, hay otros que tienen el valor de decir con toda franqueza que no les gusta la pintura de quien acabamos de mencionar o que les carga el Quijote pues lo consideran pesadísimo.
Pero regresando al tema del cine, creo que la mayor parte de los entendidos sí lo consideran arte. Y estoy convencido de que tienen razón. Hay películas cuyo creador ha sido, sin duda, un genio. Convierten cualquier tema, a veces uno romántico, a veces un “thriller”, en una historia maravillosa.
No puede negarse que la humanidad ha sido beneficiada con este séptimo arte, cuya existencia se debe al desarrollo de la ciencia. Lo que es una bendición, pues el arte es uno los ingredientes de la felicidad.
1 comentario:
Miró Quesada, a su edad, anda muy apegado a temáticas livianas o, en todo caso, a tomas de posición muy discutibles.
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