Café Filosófico 529
Café Clásico
Jr. Callao 181 – Pueblo Libre, Lima 21
(Alt. Cruce de Av. Sucre con Av. La Mar)
LA ENTRADA ES LIBRE Y EL CAFÉ ES GRATIS
Atentamente
José Maúrtua
Presidente de la Asociación Cultural Búho Rojo
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El presidente de Estados Unidos rechazó el pasado 21 de setiembre el pedido de siete ex directores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para que se detuviesen las investigaciones judiciales sobre las torturas y vejaciones a que fueron sometidos varios prisioneros cuando los estaban interrogando. Según dichos ex directores, la investigación obstaculizará un trabajo eficiente de la CIA.
Entre los firmantes de la carta se encuentran Michael Hayden y George Tenet, quienes estuvieron en funciones durante el gobierno de Bush, lo que no debería extrañar a nadie. Todos recordamos muy bien las barbaridades que se cometieron durante ese gobierno, no solo porque permitió que los prisioneros fueran torturados sino porque sin ninguna razón convincente decidió invadir Iraq, lo que costó al país miles y miles de millones de dólares, y un fuerte costo de vidas de soldados estadounidenses, así como una cantidad inmensa de muertes de iraquíes inocentes, por los atentados cometidos diariamente por fanáticos chiitas.
A pesar de esa advertencia de los agentes de la CIA, que habría asustado a más de un gobernante, Obama se mantuvo firme. “Sigo creyendo que nadie se encuentra por encima de la ley”, afirmó el presidente estadounidense. Para haber asumido una actitud como la de Obama se requiere una firmeza asentada en convicciones muy profundas. Lo que muestra que es un hombre íntegro.
En los actuales momentos lo que más interesa al mandatario es establecer un seguro de salud universal para todos los estadounidenses. Ratificó que el mencionado seguro no significará un aumento de impuestos para la clase media y afirmó que la ley tendrá que ser aprobada por el Congreso a pesar de que está dominado por los miembros del Partido Republicano.
Los republicanos se oponen al proyecto de seguro médico universal para todo el pueblo. Pretenden que cada ciudadano compre un seguro de salud, lo que es imposible para los hombres y mujeres de escasos recursos. Se trata de una actitud que no habla a su favor y que los presenta como personas duras que tienen solo interés en que las grandes empresas, muchas de las cuales están controladas por ellos, tengan el máximo de utilidades. Es difícil comprender por qué en intervalos que no son largos, conquistan el poder. La explicación más aceptable es que la permanencia del gobierno demócrata durante dos períodos de cuatro años puede desgastar su acción. Lo que habían empezado bien se va deteriorando poco a poco y esto produce un fuerte descontento entre los ciudadanos, que es aprovechado por los republicanos que, poseedores de grandes fondos, logran hacer una propaganda de alto nivel que convence a la mayoría de los votantes.
¿Cómo está la popularidad de Obama en los actuales momentos? Como era de esperar, ha bajado un poco, lo que no debe asombrarnos pues en una crisis económica tan grave como la que está sufriendo el pueblo estadounidense tiene que haber muchos descontentos. Pero ya hay signos de que la economía se está recuperando. Y cuando se recupere, la popularidad del presidente será nuevamente muy grande. La integridad ejemplar de Obama habrá superado todos los obstáculos.
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Este tipo de civilización se estructura en la voluntad de poder-dominación del sujeto personal y colectivo sobre los otros, los pueblos y la naturaleza. Su arma mayor es una forma de racionalidad, la instrumental-analítica, que compartimenta la realidad para conocerla mejor y así someterla más fácilmente. Después de quinientos años de ejercicio de esta racionalidad, con los innegables beneficios que ha traído y que encontró en la economía política capitalista su más cabal realización, estamos constatando el alto precio que nos ha hecho pagar: el calentamiento global, inducido en gran parte por el industrialismo sin límites, y la amenaza de una catástrofe previsible ecológica y humanitaria.
Estimo que todos los esfuerzos que se hagan dentro de este paradigma para mejorar la situación serán insuficientes. Serán siempre más de lo mismo. Tenemos que cambiar para no perecer. Es el momento de inspirarnos en otras civilizaciones que ensayaron un modo más benevolente de habitar el planeta. Lo que fue bueno ayer, puede valer también para hoy.
Tomo como una de las referencias posibles el zenbudismo. Primero, porque ha influenciado todo el Oriente. Nacido en la India, pasó a China y llegó a Japón. Después, porque ha penetrado ampliamente en estratos importantes de Occidente y de todo el mundo. El Zen no es una religión. Es una sabiduría, una manera de relacionarse con todas las cosas de tal forma que se busca siempre la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el Todo.
Lo primero que hace el budismo zen es destronar al ser humano de su pretendida centralidad, especialmente del yo, núcleo básico del individualismo occidental. Él nunca está separado de la naturaleza, es parte del Todo. En seguida, procura una razón más alta que está más allá de la razón convencional. Se niega a tratar la realidad con conceptos y fórmulas. Se concentra con la mayor atención posible en la experiencia directa de la realidad tal como la encuentra.
«¿Qué es el zen?» preguntó un discípulo al maestro. Y éste respondió: «las cosas cotidianas; cuando tienes hambre, comes, cuando tienes sueño, duermes». «¿Pero no hacen eso mismo todos los seres humanos normales?» -atajó el discípulo. «Sí» ―respondió el maestro― «los seres humanos normales cuando comen piensan en otra cosa, cuando duermen, no pegan ojo porque están llenos de preocupaciones». ¿Qué significa esta respuesta? Significa que debemos ser totalmente uno en el acto de comer y totalmente entregados al acto de dormir. Como ya decía la mística cristiana Santa Teresa: «cuando gallinas, gallinas, cuando ayuno, ayuno». Esta es la actitud zen. Empieza por hacer con la máxima atención las cosas más cotidianas como respirar, andar y limpiar un plato. Entonces ya no hay dualidad: estás todo tú en todo lo que haces. Por eso, obedece a la lógica secreta de la realidad sin la pretensión de interferir en ella. Acogerla con el máximo de atención nos hace integrados porque no nos distraemos con representaciones y palabras.
Esta actitud le ha faltado al Occidente globalizado. Estamos siempre imponiendo nuestra lógica a la lógica de las cosas. Queremos dominar. Y llega un momento en que ellas se rebelan, como estamos constatando actualmente. Si queremos que la naturaleza nos sea útil, debemos obedecerla.
No dejaremos de producir y de hacer ciencia, pero lo haremos con la máxima conciencia y en sintonía con el ritmo de la naturaleza. Orientales, occidentales, cristianos y budistas pueden usar el zen de la misma forma que peces grandes y pequeños pueden morar en el mismo océano. Es otra forma de vivir que puede enriquecer nuestra cultura en crisis.