Zenón Depaz Toledo
La Primera Online, 29 de septiembre de 2009

A la vista del abandono del ámbito universitario peruano por parte del Estado, patente en la absoluta ausencia de regulación y garantía pública de estándares mínimos de calidad, escuchar a nuestros políticos hablando de modernidad obliga a preguntar si tienen siquiera una elemental idea de aquella esencial vinculación entre saber y poder que la define, y si tienen real voluntad de asumir el reto del desarrollo en un mundo en que la producción de conocimiento en los centros de poder es cada vez más acelerado, dejándonos en una posición de extrema debilidad. La pregunta es pertinente, pues bien podría ser, como hasta ahora, que todo lo que se dice sobre el desarrollo sólo haga parte del discurso demagógico, mientras en realidad se ha apostado ya por una inserción en el orden global dominante en términos de total dependencia de los ejes de poder constituidos. Para un proyecto así, ciertamente basta con los remedos de universidad que hoy, más allá de algunas meritorias excepciones, tenemos; algunos promovidos desde las más altas esferas del poder. Con ellos estamos condenados a la medianía y la marginalidad en un escenario donde operan fortísimas tendencias al ensanchamiento de las brechas que separan a los países poderosos de los débiles.
Ahora bien, si pensamos seriamente en fortalecernos como comunidad política, es urgente atender a las universidades, en especial a las universidades públicas y aquellas privadas sin fines de lucro, puesto que en ellas radica la posibilidad de desarrollar la investigación científica en áreas de valor estratégico para el futuro de nuestro país. Ello pasa por definir políticas de Estado para este sector, renovando la obsoleta Ley Universitaria en uso.
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