Como he señalado en otros posts, en nuestro país habitan dos formas de “derecha” que colaboran estratégicamente a pesar de que no congenian de corazón. Una es individualista, mercantilista, piensa con la máquina registradora bajo el brazo. La sociedad entera – para ella – funciona a la manera del mercado o debería hacerlo si quisiera emprender el camino del progreso. La otra es “reaccionaria”, apela al retorno de las “antiguas tradiciones”, le rinde culto a las “instituciones tutelares” – la Iglesia católica jerárquica y las Fuerzas Armadas – y predica orden y autoridad contra las prácticas democráticas. Ambas han saludado los golpes de Estado, así como han respaldado las diversas formas de autoritarismo competitivo. Ambas rechazan las políticas de derechos humanos y en general el programa transicional. Tampoco aprecian los proyectos institucionalistas en el nivel del Estado (y desconocen la noción misma de "sociedad civil"). Ambas son antiliberales.
Ambas predican hoy la agenda del miedo.