Zenón Depaz Toledo
La Primera Online, 7 de septiembre de 2010
Según estudios realizados por la CEPAL no habría diferencias significativas en cuanto a ingresos económicos entre quienes no han completado los estudios de secundaria y los que sólo han realizado estudios de primaria, completos o incompletos. Dadas las actuales exigencias del mercado laboral, la diferencia apenas es perceptible para quienes han completado los grados correspondientes a la secundaria. Se hace más visible entre éstos y los que tienen estudios universitarios de pregrado, y más notoria entre estos últimos y los que han culminado estudios de postgrado, llegando a ser en este caso hasta de tres veces en cuanto al monto percibido.
Cabe notar que cuando la CEPAL menciona el nivel de la secundaria se refiere a 12 años de escolaridad, tal como ocurre en otros países de la región (y, ciertamente, en los países llamados desarrollados), cosa que no se da entre nosotros. Ello, sumado a la alta demanda de Educación superior, permite comprender por qué la diferencia de ingresos recién es ostensible para quienes tienen estudios de ese nivel.
Considerando que, según el Censo Nacional de Población y de Vivienda 2007, el promedio nacional de escolaridad es de 9.4 grados, tenemos allí un indicador relevante para juzgar la seriedad de cualquier medida tendiente a la disminución de los niveles de pobreza.
Si sumamos a ello las enormes diferencias en cuanto a acceso y calidad educativa entre los diferentes estratos socioeconómicos, así como entre las diversas regiones del país (según ese mismo censo el 60.9% de la población en Cajamarca o no tiene estudios escolares o apenas alcanzó los primeros grados de la primaria en escuelas mayoritariamente unidocentes), la relación entre la inequidad social y la Educación formal es evidente.
Contrastando con esta situación nuestra, que ni siquiera permite hablar en rigor de universalización de la Educación básica, los países denominados desarrollados van ya en camino a la universalización de la Educación superior, puesto que así lo exige la lógica productiva en la sociedad del conocimiento.
Tenemos allí un tema decisivo para la sostenibilidad de nuestro crecimiento macroeconómico que se sustenta todavía en una volátil base de producción primaria, extractiva. Su abordaje requiere una mirada de conjunto al ámbito educativo, condición ausente a juzgar por el solo hecho de que el ministerio de Educación deja completamente fuera de su interés la Educación en su nivel superior, cuyos resultados obviamente repercuten sobre los otros niveles educativos. El presente gobierno tuvo a su favor todas las condiciones para abordar de conjunto este tema y emprender profundas reformas con igual alcance, lamentablemente nos deja otra oportunidad perdida.
Cabe notar que cuando la CEPAL menciona el nivel de la secundaria se refiere a 12 años de escolaridad, tal como ocurre en otros países de la región (y, ciertamente, en los países llamados desarrollados), cosa que no se da entre nosotros. Ello, sumado a la alta demanda de Educación superior, permite comprender por qué la diferencia de ingresos recién es ostensible para quienes tienen estudios de ese nivel.
Considerando que, según el Censo Nacional de Población y de Vivienda 2007, el promedio nacional de escolaridad es de 9.4 grados, tenemos allí un indicador relevante para juzgar la seriedad de cualquier medida tendiente a la disminución de los niveles de pobreza.
Si sumamos a ello las enormes diferencias en cuanto a acceso y calidad educativa entre los diferentes estratos socioeconómicos, así como entre las diversas regiones del país (según ese mismo censo el 60.9% de la población en Cajamarca o no tiene estudios escolares o apenas alcanzó los primeros grados de la primaria en escuelas mayoritariamente unidocentes), la relación entre la inequidad social y la Educación formal es evidente.
Contrastando con esta situación nuestra, que ni siquiera permite hablar en rigor de universalización de la Educación básica, los países denominados desarrollados van ya en camino a la universalización de la Educación superior, puesto que así lo exige la lógica productiva en la sociedad del conocimiento.
Tenemos allí un tema decisivo para la sostenibilidad de nuestro crecimiento macroeconómico que se sustenta todavía en una volátil base de producción primaria, extractiva. Su abordaje requiere una mirada de conjunto al ámbito educativo, condición ausente a juzgar por el solo hecho de que el ministerio de Educación deja completamente fuera de su interés la Educación en su nivel superior, cuyos resultados obviamente repercuten sobre los otros niveles educativos. El presente gobierno tuvo a su favor todas las condiciones para abordar de conjunto este tema y emprender profundas reformas con igual alcance, lamentablemente nos deja otra oportunidad perdida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario