Entrevista a Nelson Manrique
publicada en la Revista "Quehacer" N° 175
por Martín Paredes y Eduardo Toche
¿Por qué ahora un libro sobre el Apra, sobre Haya?
En realidad, no ahora, debería ser siempre. Conversando con Julio Cotler, me decía que era un escándalo que no haya una biografía sobre Haya de la Torre. Existen hagiografías, ese género medieval sobre historias de santos. En general, el Apra ha hecho mucho por esconder la información sobre el Apra y Haya. Es una política que se inaugura con Haya. No hay una correspondencia de Haya publicada; solo Luis Alberto Sánchez publicó la suya, que se detiene dos semanas antes de la instalación de la convivencia, en julio de 1956. En adelante hay tres cartas anodinas, a pesar de que Haya virtualmente estuvo fuera del país entre 1949 y 1970. Es imprescindible la correspondencia desde el comienzo del Apra hasta 1970. Pero nadie publica nada. Se escamotea información.
¿Por qué razón?
Porque hay demasiadas cosas difíciles de explicar en la biografía y en la trayectoria de Haya y del Apra. Los dirigentes apristas se amparan en una historia oficial que ya no resiste el más mínimo análisis, y la manera de sostener eso es cerrando toda la información sobre Haya.
¿Ocultar datos como cuáles?
Si tú publicas las obras completas de un autor, tratas de poner todo. Las obras completas de Haya no contienen la correspondencia, que es fundamental para la historia del Apra y de Haya. Hasta ahora no han creado un instituto de investigaciones sobre Haya. El museo no funciona. No hay algo equivalente a la editorial Minerva y su enorme labor de difusión de la obra de Mariátegui. Las obras de Haya fueron editadas como para no facilitar la investigación. No ponen los años en que los textos fueron publicados, no hay ninguna reseña crítica. Si tienes en cuenta el tiempo que el Apra ha estado en el poder, del 45 al 48, del 56 al 68, dos veces la presidencia entre el 85 y el 90, y entre el 2006 y el 2011, es increíble que no se haya hecho nada. No se trata de falta de recursos, sino de falta de voluntad política.
¿Por qué esa falta de voluntad? ¿Por qué no se quiere que se sepa?
Porque no hay manera de conciliar todo un conjunto de decisiones, opciones y virajes que se realizaron. Pero en lugar de abordar abierta y sinceramente la biografía del personaje, que es muy grande —Haya es grande en sus virtudes y en sus defectos, y es muy importante para el país, no solo para los apristas—, en lugar de abordar ese trabajo, los apristas han optado por cerrar la información.
¿Qué les resulta difícil presentar a los apristas, la convivencia, la coalición o hay cosas más delicadas?
Haya se ha convertido en una especie de recurso a la cita. Alan García puede demostrar, remitiéndose a Haya, que es hayista cuando expropia la banca en 1987, cuando se declara antiimperialista y respalda la revolución sandinista, cuando declara que va a negociar con el imperialismo y limita el pago de la deuda, y con la misma convicción puede decir que es hayista cuando realiza la política más entreguista. Lo que están haciendo Evo Morales, Chávez y Correa es, en buena cuenta, lo que Haya proponía en El antiimperialismo y el Apra, un Estado antiimperialista que acoge al capital imperialista pero le pone condiciones y negocia en defensa de la soberanía. Y tienes al Apra en una posición extrema. Esos son los grandes enemigos, el gran aliado es Uribe, el gobierno más entreguista de América Latina. Es un poco incómodo ver qué es Haya verdaderamente y es más cómodo sacar la cita adecuada en el momento adecuado. Eso crea descontento en las propias bases juveniles apristas.
En el ochenta se decía que mientras Villanueva encarnaba un aprismo basado en El antiimperialismo y el Apra, Townsend era el aprismo encarnado en Treinta años de aprismo. ¿El aprista sigue bajo esas dos perspectivas, bajo esa tensión?
En los últimos años se ha venido purgando a los sectores radicales del Apra. Si revisas los blogs, vas a encontrar personas purgadas del Apra que siguen defendiendo las posiciones de El antiimperialismo y el Apra. A nivel juvenil, la cosa es más compleja. Hay sectores que están por recuperar una visión más radical, pero diría que el reclamo mayor es el de una ideología. No hay ninguna ideologia y el Apra corre el riesgo de convertirse en una agencia de empleos. Para un sector del Apra, es eso en estos momentos. Hay sectores que están reclamando una identidad, una ideología, una línea a la cual adscribirse y no simplemente alinearse a cada acomodo.
¿El Apra es hoy un partido sin ideología?
Sí, creo que no tiene más ideología.
¿Qué tiene que ver el aprismo de Haya con la serie de artículos de “El perro del hortelano” de Alan García?
En el último texto que publicó, Alan García afirma que eso es lo que diría Haya de la Torre si estuviera vivo. Si nos remitimos a lo que Haya pensaba en el momento de su muerte, había dos temas fundamentales que él esperaba sacar en la Asamblea Constituyente: la definición del Perú como una república de trabajadores manuales e intelectuales, y el Congreso Económico Nacional. Según Haya, el gran aporte de su pensamiento a la teoría política de Occidente era un poder organizado sobre la base de cuatro poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y el Congreso Económico. Si revisas los debates de la Asamblea Constituyente cuando Haya estaba agonizando, los apristas ya no están tratando de sacar adelante las tesis, sino que se dé el nombre de esas tesis a cualquier contenido. Al final no funcionan. Cuando digo que el Apra no tiene ideología es porque lo que dice Alan García puede cambiar mañana, y los apristas lo van a suscribir igualmente. No veo que la posición de Alan García sea un desarrollo orgánico de las posiciones del Apra. Es simplemente la concesión final a lo que fueron los aliados históricos del Apra. Haya decía que la razón de ser del Apra era el antiimperialismo. Tres días antes de la muerte de Haya, Armando Villanueva afirmaba que si el imperialismo no existiera el Apra no tendría razón de ser. De eso a lo actual no hay por dónde encontrar una línea de continuidad.
En los debates dentro del Apra todos terminaban teniendo la razón. Dependía de a qué fuente te remitías, si a El antiimperialismo… o a Treinta años…
Depende de qué periodo. El que yo trabajo termina cuando Haya muere. Y entonces nadie tiene la razón contra Haya. La democracia aprista no da para tanto.
A eso iba. A partir de 1980 en adelante, ¿cuántos apristas han leído uno o ambos libros? Para empezar, nunca fueron reeditados. La última edición fue la de Mejía Baca.
Eso es otro asunto interesante. Los libros de Haya no se publican por expresa prohibición de Haya. Lo dice Sánchez. Hay una anécdota que ya es extrema. Los apristas rebeldes, que van a formar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, rompen con el Apra y deciden sacar una edición a mimeógrafo de El antiimperialismo y el Apra. He entrevistado a la gente que picó los esténciles. El mayor problema que tienen es que los búfalos están desesperados intentando destruir la edición para que no circule. O sea, no solo no se edita a Haya, sino que se trata de impedir que sus textos circulen. ¿Por qué se publica en 1971? Porque Velasco ya está haciendo las reformas y Haya tiene que demostrar que él habló de eso en 1936.
¿Para los apristas Haya es un recuerdo?
Ojalá fuera un recuerdo. Es esa especie de ícono que se encierra en una urna. Te aseguro que la mayoría de apristas citan a Haya y no lo han leído. La renovación de la política peruana, la refundación de los partidos, araña a todas las organizaciones o lo que queda de ellas. En el caso del Apra, lo que tiene de peculiar es que a estas alturas el Apra es más un apéndice de Alan García que Alan García un integrante del Apra. Eso mismo ayuda a entender el porqué de este derrotero de olvido y silencio en torno a la historia del Apra y de su fundador.
¿Haya no quiso reeditar en vida su obra completa porque no estaba seguro de ella o porque pensaba que sus tesis estaban desfasadas, eran endebles intelectualmente?
Cuando comencé la investigación pensé que era eso. Luego, una de las conclusiones a las que llegué es que, desde la fundación del Apra, Haya desarrolla una política dual. El primer hecho político público de Haya es el lanzamiento de su candidatura presidencial con el Partido Nacionalista Libertador en 1928. Este lanzamiento provoca la ruptura con Mariátegui. Paralelamente, Haya sostiene que está preparando una insurrección con un agente suyo, el capitán Felipe Iparraguirre, que ha ido a Piura para levantar un ejército de 2500 obreros petroleros para marchar sobre Lima. En varias cartas, Haya afirma que su candidatura era una maniobra de carácter demoliberal para encubrir el verdadero movimiento de insurrección. La insurrección solo existe en esa carta. Haya continuamente busca llegar al poder por la vía electoral, y al mismo tiempo afirma que está haciendo un proyecto insurreccional. No solo va a decirlo, sino va a promover la organización de aparatos insurreccionales dentro del Apra, lo que va a provocar muchos desastres. ¿Por qué esta ambivalencia? Porque desde sus orígenes, Haya tiene que tratar de conciliar el intento de llegar al poder por la vía electoral con la radicalidad de las bases que ha captado. Un contingente popular fundamental del Apra de la primera época son los trabajadores anarquistas. El propio Búfalo Barreto, que dirige el asalto al cuartel O’Donovan, no es trujillano como dicen, sino del Callao; fue obrero estibador y anarquista. Muchos de estos anarquistas entraron al Apra convencidos de que el Apra quería hacer la revolución. Haya alimenta este discurso insurreccional al interior del Apra y, al mismo tiempo, busca salidas electorales o a un general amigo, ya no una insurrección sino una conspiración militar para un golpe que abra el camino a unas elecciones que debe ganar. La escopeta de dos cañones existe desde el comienzo del Apra. Y es algo que se ha mantenido como una herencia. En los primeros años de este gobierno, Alan García y Del Castillo afirmaron que se quedaban con la Constitución del 93 de Fujimori, y al mismo tiempo Mauricio Mulder decía que el partido se ratificaba en volver a la Constitución del 79. Eso no es un viraje en la historia del Apra; es el Apra misma, es su cultura política.
Siempre se supuso que el Apra era un partido instrumentalizado por la persona. Se debilita luego de la muerte de Haya y treinta años después el partido sigue subsistiendo. ¿A qué atribuyes eso?
Hay dos personajes del siglo XX que han pulsado una cuerda de la sensibilidad popular peruana de consecuencias mayores: Haya y Abimael Guzmán. A muchos apristas les indigna esta comparación. Quiero subrayar que, éticamente, no hay punto de contacto entre Guzmán y Haya, tampoco entre sus proyectos en cuanto a los objetivos, pero en cuanto a la concepción del liderazgo, el papel de jefe máximo del partido y la jefatura en el caso de Sendero Luminoso, esta concentración del poder, esta imagen religiosa organizada en torno al caudillo y este estímulo a esta relación vertical entre el líder y las bases, es muy semejante. Es cuestión de explorar por qué ese tipo de cuerda puede hacer vibrar a los peruanos. Creo que tiene que ver con la herencia judeo-cristiana, pero tendríamos que retroceder al siglo XVI.
Luego de la muerte de Haya lo que tenemos es el paulatino declive de su figura dentro del partido. Los apristas lo conocen cada vez menos y cada vez más es una cuestión referencial, pero eso no significa el debilitamiento del partido. Los peruanos seguimos considerando al Apra como el partido más importante. ¿Cómo pudo sobrevivir el Apra a la figura determinante de Haya?
Es extraordinario si se considera la magnitud de la crisis en el año 1980, no solo por la muerte de Haya sino por el vínculo de un sector con [el narcotraficante] Carlos Langberg, quien financió la campaña presidencial de Armando Villanueva y la compra de Villa Mercedes. El intento de lanzar el museo de Haya termina en un escándalo por eso. Las personas tienen un papel en la historia y el papel de Alan García fue fundamental. A pesar de ser armandista en su momento, fue capaz de capitalizar el enorme desgaste para producir el recambio generacional que permitió la presidencia en 1985. Pero este no es solo un tributo a la muñeca de García para manejar esto, sino también a la enorme fuerza del Apra como partido para sobrevivir a pruebas de esta magnitud.
Alan sería, en ese sentido, un heredero de Haya. Es el factor que cataliza los sentidos integradores del partido. Al regreso de García en el 2001, el Apra pasa de 4% a 48% en las elecciones.
Por eso la pregunta es quién contiene a quién. El Apra a García o García al Apra. Creo que es lo segundo.
¿García podría prescindir del Apra en su carrera política?
No estoy seguro. Lo hubiese creído el año 2006, pero, sorpresas de este país, tenía, confieso, mayor fe en la labia de García. Las encuestas demuestran que la gente ve a García como un mentiroso. García necesita al Apra y el Apra lo necesita a él. La voluntad de García va a ser determinante en lo que pase con el Apra en las próximas elecciones.
Uno de los fetiches apristas es mostrar su foto al lado del jefe, de Haya. Y parece ser que es más aprista el que esté más cerca de Haya en la foto.
Sería interesante hacer un estudio en los blogs de quién tiene la mejor foto con Haya. Durante el gobierno de Velasco, Haya se preocupa de mantener un perfil bajo para no correr el riesgo de una deportación, porque el Apra se estaba jugando su existencia en ese momento. Los velasquistas estaban haciendo todo lo que el Apra prometió. Cuando Haya dice que Velasco copia el programa máximo del Apra de 1931, tiene razón. El principal asesor de Velasco, Carlos Delgado, fue secretario personal de Haya. En una entrevista personal, Julio Cotler me contó que Haya se refería a la salida de Carlos Delgado como a haber perdido a un hijo. Era su sucesor. Para Haya, la manera de garantizar la continuidad del Apra era volcarse sobre los jóvenes. Por eso no es raro que muchos jóvenes de entonces tengan fotos con Haya.
Desde la izquierda, qué lecturas se pueden hacer de las relaciones con el Apra.
Pregúntenle a Cucho [Agustín] Haya de la Torre (risas).
Pudo ser otra la historia de las relaciones Apra - izquierda.
La izquierda hubiese tenido que ser otra. La izquierda que sobrevive a Mariátegui es enormemente mediocre. Después de la muerte de Mariátegui, en Hoz y martillo, el vocero del Partido Comunista en la clandestinidad, se plantea como la gran tarea del partido la “desmariateguización”. El mariateguismo es tan pernicioso, lo dicen textualmente, como el Apra y el anarquismo. No hay una izquierda que pueda ser una interlocutora importante ni a nivel de masas ni de elaboración. Lo que queda entre ambos partidos es un intercambio de invectivas e insultos. Es interesante saber, por testimonios de jóvenes apristas de los setenta, que Haya sí intentó alimentar una posición de debate e incitar a los jóvenes apristas a ir a debatir con los marxistas universitarios. Ahí sí hubo un interés de abrir el Apra al debate. Es una pena que no permaneciera como una tradición. Eso hubiese sido muy saludable para el país en su conjunto.
¿El antiaprismo nace con el aprismo? ¿En quiénes está encarnado el antiaprismo?
El debate entre Haya y Mariátegui es amargo, básicamente epistolar. Pero lo que conocemos como el debate Apra izquierda es muy dogmático, muy sectario. Para los comunistas, los apristas son social-fascistas; para los apristas, los comunistas son agentes de Moscú. En el Apra no hay tradición de debate. Testimonios de varios apristas de la época señalan como una razón que les atrae del Apra que son gente de acción, mientras que los comunistas se pasan el tiempo discutiendo.
Es paradójico que Alan García publique los artículos de “El perro del hortelano” en El Comercio, un diario históricamente antiaprista.
Ahí hay una ironía de la historia. Las familias propietarias de El Comercio ahora, los Miró Quesada y los Graña, tienen ilustres antecesores, directores de La Prensa y El Comercio, asesinados por el Apra.
¿Qué tanto necesita el Apra actualmente a Haya?
No creo que pueda existir el Apra sin Haya. La cuestión es para qué sirve Haya. Te invito a que busques un solo libro que utilice el espacio-tiempo histórico como teoría para demostrar algo. El espacio tiempo histórico se convirtió en una coartada para los virajes más increíbles. Haya pensó que estaba fundando una filosofía de la historia.
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