CULTURA ANIMAL
[Sobre la inteligencia animal]
por Tomás Unger
Sección Vida y Futuro de "El Comercio", 13 de octubre de 2009
Sección Vida y Futuro de "El Comercio", 13 de octubre de 2009
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¿Los animales tienen la capacidad de razonar? Los
casos del loro Alex, el gorila Coco, los cuervos Betty y Abel
y el perro Rico parecen responder la interrogante
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¿Los animales tienen la capacidad de razonar? Los
casos del loro Alex, el gorila Coco, los cuervos Betty y Abel
y el perro Rico parecen responder la interrogante
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Una de las definiciones de cultura es: “el conjunto de actitudes, valores, prácticas y metas, compartidos por una organización o grupo”. Por su definición, el término “cultura” también es aplicable a los animales, y la etología que estudia la conducta animal lo confirma. Hoy una ciencia independiente, la etología fue fundada por tres biólogos ganadores del Premio Nobel en 1973: el holandés Nicolaas Tinbergen y los austríacos Konrad Lorenz y Karl von Frisch.
Lorenz estudió la conducta de los gansos y Von Frisch fue quien descifró el baile con el cual las abejas exploradoras informan a la colmena sobre la dirección y distancia de las flores que han encontrado. A partir de los estudios realizados por los fundadores de la etología en el siglo XX, se ha diseñado una gran variedad de experimentos para estudiar la conducta de los animales y, sobre todo, separar aquello que no es heredado sino producto del aprendizaje, el requisito para ser considerado cultura. Los avances han sido sorprendentes. En algunos casos desconcertantes en cuanto a las ideas preconcebidas sobre la conducta animal.
Lorenz estudió la conducta de los gansos y Von Frisch fue quien descifró el baile con el cual las abejas exploradoras informan a la colmena sobre la dirección y distancia de las flores que han encontrado. A partir de los estudios realizados por los fundadores de la etología en el siglo XX, se ha diseñado una gran variedad de experimentos para estudiar la conducta de los animales y, sobre todo, separar aquello que no es heredado sino producto del aprendizaje, el requisito para ser considerado cultura. Los avances han sido sorprendentes. En algunos casos desconcertantes en cuanto a las ideas preconcebidas sobre la conducta animal.
Enigma. La posibilidad de comunicarse con los animales sigue atrayendo al hombre.
Aún falta tecnología para lograr ese objetivo.
ALEX Y COCO
Hace dos años murió un loro africano de 31 años llamado Alex (ver esta página de fecha 30 de octubre del 2007). Para merecer obituarios en el “New York Times” y “The Economist”, Alex debió ser un loro extraordinario y lo era. Sujeto de un estudio científico que duró 30 años, Alex cambió la opinión de los investigadores sobre la capacidad de razonar de los animales en general y las aves en particular. Con un vocabulario de más de 150 palabras, Alex sabía identificar objetos, describir el color, forma y material y conocía el concepto de las palabras “mayor”, “menor”, “igual” o “diferente”. También aprendió a contar hasta seis.
Quienes estudian la inteligencia animal trataron por mucho tiempo de enseñarles a hablar a los monos. La ausencia de un mecanismo que permita modular la voz frustró todo intento hasta que a alguien se le ocurrió enseñarles el lenguaje de señas. A partir de entonces el gorila Coco y varios chimpancés probaron que nuestros parientes, los simios, pueden alcanzar la inteligencia de un niño de 5 años. Experimentos ingeniosos con computadoras han demostrado que los gorilas y chimpancés son capaces de asociaciones, abstracciones y deducciones lógicas.
Los logros de los primates no son tan sorprendentes; el tamaño de su cerebro se acerca al nuestro, tienen habilidades manuales y compartimos un antecesor común. En el caso de las aves no se sospechaba que, con un cerebro de reducido tamaño, pudieran desarrollar procesos de asociación y abstracción similares a los simios. La sorpresa más reciente la han dado otras aves, esta vez los cuervos de Nueva Caledonia.
EL CUERVO Y LAS PIEDRAS
Nueva Caledonia es una pequeña isla francesa de 18.000 km2 y 250.000 habitantes que queda al noreste de Australia. En ella habitan diversas aves endémicas de la isla, entre ellas un cuervo (“Corvus moneduloides”) de unos 40 cm, totalmente negro y brillante, cuya mandíbula inferior del pico termina en un cincel. Este cuervo ha sorprendido al mundo, y sus hazañas pueden verse en Internet. Observado por los etólogos de la Universidad de Oxford, dos cuervos, Betty y Abel, han dado demostraciones extraordinarias de habilidad.
Al parecer, en algún momento, entre los cuervos de Nueva Caledonia apareció un Edison, inventor plumado que introdujo innovaciones. Los cuervos de Nueva Caledonia hacía tiempo que comían caracoles, pero para hacerlo antes necesitaban romper la cáscara, para lo cual los tiraban de gran altura sobre las piedras. También usaban púas de pino para sacar gusanos de los árboles, tarea que en algunos casos requiere de una herramienta con gancho.
En algún momento el Edison plumado encontró la manera de doblar una púa y convertirla en gancho. En el laboratorio de Oxford Abel demostró su invento, culturalmente difundido en su grupo, doblando un alambre para fabricar un gancho con el que sacaría del fondo de un recipiente una canasta con un gusano. Si esto fuera poco, cuando parada en el borde de un recipiente Betty se vio sin poder alcanzar un gusano flotando en una tabla, usó un recurso aprendido en su isla: echar piedras. A medida que echó piedras en el recipiente, el nivel del agua subió lo suficiente para alcanzar al gusano.
CULTURA INTERESPECIES
Los experimentos descritos, más muchos otros, demuestran que la cultura animal es variada y extensa. Los etólogos han llegado a la conclusión de que las innovaciones inventadas por un miembro del grupo se transmiten al resto por un proceso de aprendizaje. Se ha demostrado que esto sucede entre primates, aves, cetáceos y otros animales. Pero hay un caso en el que el aprendizaje pasa de una especie a la otra. Probablemente el que más conocemos: el del perro.
Parte de nuestra cultura, el perro está asociado al hombre desde hace milenios. La enseñanza, además de la que recibe de sus semejantes, el perro la recibe del hombre. Su capacidad de aprendizaje es sorprendente. Uno de los casos más conocidos es el de Rico, un border collie (raza de pastores originaria de Gales)*. Estudiado en el Instituto Max Planck de Alemania, Rico conoce más de 200 palabras y ha demostrado también que sabe razonar.
Además de aprender el nombre de objetos, a la primera vez que le fueron mostrados, Rico puede identificar lugares y seguir instrucciones que requieren decisiones propias. En un experimento se le pidió que recogiera un objeto que no conocía y cuyo nombre nunca había oído. El objeto fue colocado entre un grupo de cosas que le eran conocidas. Rico, razonando por un proceso de eliminación, no dudó en traer el objeto que no conocía. El vocabulario de Rico es comparable con el de los simios, delfines y loros. Como en el caso de Alex, aquí se trata de una cultura adquirida de otra especie, pero el proceso de aprendizaje es similar.
La etología es una ciencia relativamente nueva que está adquiriendo nuevos recursos de investigación. La computadora ha sido una herramienta muy útil para estudiar el potencial de aprendizaje de los simios, lo cual se facilita con sus habilidades manuales y su visión frontal. En el caso del loro la ventaja es su mecanismo fonador, que le permite articular palabras. El perro y el delfín no cuentan con ninguna de estas ventajas.
Seguramente que, a medida que se inventan nuevos métodos para comunicarse con los animales, nos esperan nuevas sorpresas. Los millones de años de evolución de las diversas especies les han permitido desarrollar diversas habilidades. Si nosotros en menos de un millón de años hemos adquirido las habilidades de las que hacemos tanto uso y abuso, otras especies deben haber desarrollado las suyas. Dado que el funcionamiento de su cerebro y su fisiología tienen un ancestro común con el nuestro, no debería sorprender que también tengan formas similares de razonar, que aún desconocemos.
* Border collie (collie de la frontera), es llamado así por la frontera entre Gales e Inglaterra, de donde se difundió.
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