A estas alturas, todos nosotros, cuando trabajamos y tenemos necesidad de controlar un nombre o una fecha, consultamos la Wikipedia en Internet. Para el ya escasísimo corrillo de los profanos, recuerdo que la Wikipedia es una enciclopedia on line cuyos usuarios la escriben y reescriben continuamente. Es decir, que si ustedes buscan la entrada, qué se yo, “Napoleón” y ven que una noticia resulta incompleta o es incorrecta, pueden registrarse, corregirla, y la entrada se salva así, con sus integraciones.
Naturalmente, esto permitiría a los malintencionados o a los locos difundir noticias falsas, pero la garantía debería darla precisamente el hecho de que el control lo realizan millones de usuarios. En ese sentido, la Wikipedia sería un buen ejemplo de lo que Charles Sanders Peirce denominaba la comunidad (científica), la cual por una especie de feliz homeostasis borra los errores y da legitimidad a los nuevos descubrimientos llevando hacia delante, como decía él, la antorcha de la verdad.
Si es posible que este control colectivo funcione con Napoleón, ¿podrá funcionar con un John Smith cualquiera? Pongamos el ejemplo de una persona un poco más conocida que John Smith y menos que Napoleón, es decir, quien escribe. Al principio intervine para corregir la entrada que me concernía porque indicaba fechas equivocadas o noticias falsas (por ejemplo, decía que era el primero de trece hermanos, mientras que la noticia debía referirse a mi padre). Luego dejé de hacerlo, porque cada vez que por curiosidad volvía a ver mi entrada, encontraba nuevas amenidades introducidas por quién sabe quién. Ahora algunos amigos me han advertido de que la Wikipedia dice que me he casado con la hija de mi editor Valentino Bompiani. La noticia no es en absoluto difamatoria pero, por si acaso lo resultara para mis queridas amigas Ginevra y Emanuela, he intervenido para eliminarla.
En este caso mío ni siquiera se puede hablar de un error comprensible, ni de la aceptación de un bulo corriente: a nadie se le había ocurrido nunca semejante matrimonio mío y, por lo tanto, el desconocido coautor de la Wikipedia ha intervenido para hacer pública una fantasía privada suya, sin que ni siquiera se le haya antojado controlar la noticia con alguna fuente.
Entonces, ¿hasta qué punto nos podemos fiar de la Wikipedia? Digo enseguida que yo me fío porque la uso con la técnica del estudioso de profesión: consulto la Wikipedia sobre un determinado argumento y luego voy a comparar con otras dos o tres páginas web: si la noticia aparece tres veces, hay buenas probabilidades de que sea verdadera (aunque hay que prestar atención a que los sitios que consulto no sean parásitos de la Wikipedia y repitan su error). Otra forma es consultar la entrada en por lo menos dos lenguas (si tienen dificultades con el urdu, habrá por lo menos un correspondiente inglés): a menudo, las voces coinciden (una es la traducción de la otra) pero a veces difieren, y puede ser interesante notar una contradicción que podría inducirles (contra toda religión de lo virtual) a levantarse e ir a consultar una enciclopedia de papel.
Claro, que yo he puesto el ejemplo de un estudioso que ha aprendido un poco cómo se trabaja cotejando las fuentes entre sí. ¿Y los demás? ¿Los que se fían? ¿Los niños que acuden a la Wikipedia para hacer los deberes del colegio? Nótese que el problema es válido también para cualquier otro sitio web, de modo que desde hace bastante tiempo, yo aconsejo realizar, también a grupos de jóvenes, un centro de monitorización de Internet, con un comité formado por expertos seguros, tema por tema, de forma que las páginas sean reseñadas (o en línea o con un publicación impresa) y juzgadas por lo que concierne a su credibilidad e integridad. Pero pongamos inmediatamente un ejemplo, y no busquemos el nombre de un personaje histórico como Napoleón (para el que Google me da 2.190.000 sitios), sino el de un joven escritor que es famoso desde hace un año, y es decir, desde que ganó el premio Strega 2008, Paolo Giordano, autor de “La soledad de los números primos”. Las páginas son 522.000. ¿Cómo es posible verificarlas todas?
Una solución sería controlar únicamente los sitios concernientes a un autor sobre el que los estudiantes buscasen informaciones a menudo. Pero si tomamos a Peirce, que he citado más arriba, las páginas que lo toman en consideración son 734.000.
He aquí un buen problema que, por ahora, todavía no tiene solución.
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