Hoy 20 de julio se cumplen 40 años del viaje a la Luna, considerado una de las hazañas más grandes de la humanidad, comparable con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. El viaje se llevó a cabo en la nave espacial Apolo 11, impulsada por el cohete Saturno V, que despegó desde la base espacial de Cabo Kennedy, en Florida. El viaje duró exactamente 4 días, 6 horas y 46 minutos.
Los miembros de la tripulación fueron Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins. Los tres fueron sometidos a un riguroso entrenamiento y seleccionados entre un grupo numeroso de aspirantes. El proyecto y la construcción de la nave se llevaron a cabo en el más estricto secreto. En el momento mismo de la partida, la televisión permitió ver el despegue y el viaje a la Luna fue visto por millones de personas asombradas que no creían en lo que veían.
El Apolo 11 pesaba 3.200 toneladas y su altura era de 110 metros. El cohete contenía tres módulos: el de comando, el de servicio y el lunar. El módulo lunar fue el que se posó en la Luna, llevando a Armstrong y a Aldrin. Collins se quedó en la nave para apoyar el retorno de los astronautas.
El módulo lunar se posó en el Mar de la Tranquilidad que, por cierto, no es un mar, pero que fue considerado como tal por algunas mitologías. El primero en bajar por la escalera que salió del módulo fue Armstrong, seguido por Aldrin. En ese momento yo estaba al lado de un sabio que exclamó: ¡Me siento orgulloso de ser hombre!
Como la gravedad de la Luna es mucho menor que la de la Tierra, los astronautas con vestidos especiales y escafandras que recordaban la de los buzos avanzaban a saltitos. Los dos pasearon más de dos horas y, antes de regresar, plantaron en el suelo lunar, orgullosamente, la bandera estadounidense.
Desde nuestro satélite se veía la Tierra, con su mar azul que reflejaba el Sol, cubierta en gran parte por nubes. Una prueba más y definitiva de que nuestro planeta es casi esférico. Decimos casi porque tiene más bien la forma de un ligero ovoide. Debió ser una visión sublime.
El retorno a la Tierra solo duró dos días y unos cuantos minutos. Esto se explica porque la atracción de la Tierra es mucho más fuerte que la de nuestro satélite, de manera que la nave avanzó con mayor rapidez y amerizó en el Océano Pacífico.
El hombre occidental se ha caracterizado a través de la historia por su afán de avanzar siempre más allá, sin límites. Después de haber llegado a los diversos territorios del planeta tenía que seguir avanzando, siempre más lejos, sin detenerse. Lo único nuevo que podía estar a su alcance era la Luna y no descansó hasta que fue capaz de posarse en el Mar de la Tranquilidad.
Pero dada su naturaleza tiene que seguir avanzando. Desgraciadamente el planeta más cercano es Venus. Pero este planeta es completamente inhabitable debido al espantoso calor que hay en su superficie y a que su atmósfera contiene sulfuro y otras sustancias tóxicas.
Por el momento, tiene que contentarse con enviar sondas que le han permitido descubrir cosas asombrosas en los planetas de nuestro sistema solar. Pero llegar a un planeta no es como llegar a la Luna. Por el momento es imposible. De todas maneras seguirá ideando nuevos intentos sin descanso. El hombre de Occidente no puede detenerse.
1 comentario:
He aprendido muchas cosas de Paco, sobre todo dos cosas: 1) no creerse la divina pomada y 2)ayudar, comprarse el problema de los otros. En esta ocasión sin embargo le critico su euforia ateniense que lo lleva a poner a "occidente" por las nubes. No sé si en la actualidad, viendo la tecnología japonesa o la industria china, el término "occidente" resulta algo soberbio, siendo cierto que "oriente" ha asimilado lo mejor...y lo peor de "occidente".
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