En los trágicos acontecimientos del mes pasado en Bagua, lo mismo que en los sucesos de Andahuaylas, Sicuani y otros puntos del país, las autoridades o las personas encargadas de resolver el problema llegaron cuando ya se habían producido. Bagua es el caso más dramático pero los demás no dejan de serlo. No quiero ser injusto con Yehude Simon, el ex presidente del Gabinete. Su capacidad de diálogo, su inalterable paciencia y su respeto por las personas con quienes hablaba irradiaban una buena fe que debe ser reconocida. Pero el hecho es que llegó tarde y que en nuestro país casi siempre se llega tarde.
¿Por qué somos tan demorones? Para comprender esta negativa característica nacional hay que retroceder en la historia hasta la Conquista. Durante el Virreinato se creó en el país una burocracia gigantesca. La Colonia se organizó sobre esta base, en todo nuestro territorio. Esta situación se prolongó cuando llegamos a ser un país independiente y se ha mantenido hasta nuestros días.
La burocracia en sí misma no es mala, más aun es necesaria, como ha mostrado el famoso sociólogo alemán Max Weber. Un Estado moderno no puede funcionar sin burocracia, pues necesita ser administrado. Pero si se hace demasiado extensa y sus líneas de acción ser cruzan y entrecruzan, entonces se produce una especie de parálisis, y las cosas nunca pueden terminarse en el tiempo previsto.
Y esto sucede no solo con el Gobierno sino con todas las instituciones importantes, como los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Las decisiones del Gabinete, con excepciones que no son muchas, se demoran más de lo debido. El Parlamento se demora, los juicios en los diversos niveles parecen no terminar nunca. Lo mismo sucede con las obras públicas, como carreteras y construcciones y hasta con los municipios. Incluso con el de Lima. Una gran mayoría de limeños considera que el alcalde Luis Castañeda Lossio ha hecho una obra extraordinaria no superada por ninguno de sus antecesores. Sin embargo, se está demorando en la construcción del terminal terrestre subterráneo. Los plazos fijados no han podido cumplirse.
¿Es posible superar esta grave situación? ¿Cómo hacer para que los burócratas de diversas instituciones del país mejoren su trabajo y permitan terminar las cosas a tiempo? La única manera es prepararlos adecuadamente. Mas esto no puede hacerse por concurso, pues quienes lo ganen pueden ser inteligentes y honestos pero se encontrarán con colegas que no han cambiado ni querrán cambiar. Por eso creo que la única salida es crear una institución, como lo que existe en Francia y otros países europeos: una escuela de administración pública, a la que se ingrese por concurso y cuya enseñanza sea del más alto nivel universitario. Terminados sus estudios, se podrá ingresar al servicio de las diversas instituciones en las que podrán desarrollar una acción rápida y de primera calidad.
El día en que las instituciones nacionales tengan una burocracia que funcione con rapidez y conocimiento de causa, nuestro país habrá cambiado y podrá llevar a cabo proyectos que mejoren sus extraordinarias posibilidades de progreso y bienestar general.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario